Psicólogo: deberías ser amable con Johnny. Procede de un hogar roto.
Maestro: no me sorprende. Johnny puede romper cualquier hogar
- viejo chiste
Voy a cerrar mi comentario de las ideas de Judith Rich Harris contenidas en su libro The Nurture Assumption con su visión del divorcio. Existe una concepción bastante extendida que ofrece una panorámica muy negativa de las consecuencias del divorcio para los hijos y que encuentra una tasa elevada de trastornos emocionales en los niños. Por ejemplo, la que ofrece la psicóloga Judith Wallerstein. Para Harris los libros de Wallerstein son totalmente inútiles como ciencia porque todas las familias que ella estudió habían buscado terapia y todas se estaban divorciando, las que se divorciaban y les iba bien no iban a pedirla consejo. No había grupo control con el que comparar esos casos y no había filtros para los sesgos de los profesionales. Un estudio realizado un poco antes de que Wallerstein publicara su primer libro ilustra este tipo de sesgos. En el estudio los investigadores ponían un video de un niño de 8 años a unos maestros y les decían que los padres del niño se habían divorciado. La mayoría consideró al niño peor ajustado que otros maestros que vieron el video y se les dijo que el niño provenía de una familia intacta.
Un estudio británico mejor realizado estudió una masiva muestra de niños nacidos en la misma semana del año 1958 y se les pidió rellenar un cuestionario cuando tenían 23 años de edad. Las preguntas eran del tipo de si se sentían miserables o deprimidos, si se preocupaban excesivamente por su salud, si sentían miedos sin ninguna razón, etc. El divorcio de los padres aumentaba algo la posibilidad de pasar un arbitrario punto de corte pero no mucho: 11% de los hijos de padres divorciados lo pasaba frente a 8% de los no divorciados. La diferencia en el número medio de “sís” a estas preguntas fue de solo medio ítem.
En la entrada anterior veíamos que en un mismo barrio la presencia o ausencia de padre no marcaba una gran diferencia en la evolución de los niños y que el descenso del nivel de ingresos y la movilidad explicaban gran parte del efecto. Pero hay otra explicación de la que no hemos hablado y vamos a ver ahora. Los estudios más modernos sobre los efectos del divorcio o la ausencia de padre controlan para factores que pueden inducir a confusión, como el nivel socioeconómico o la raza, pero hay una cosa que no suelen controlar y es la herencia. Los padres proveen a sus hijos de unos genes y de un ambiente y es difícil separar los efectos de ambas cosas a no ser que hagamos estudios de genética de conducta con hijos adoptados y pares de gemelos.
Estos estudios se han llevado a cabo y, como decíamos en la entrada sobre el libro de Harris, los resultados se replican de forma consistente: la herencia explica la mitad de la variación entre los individuos que participan en estos estudios y la otra mitad no puede ser atribuida a ninguna influencia ambiental que sea compartida por dos niños que crecen en el mismo hogar. El ambiente compartido por los niños no afecta a lo que serán de adultos. Ya sé que es contraintuitivo pero es lo que se encuentra. Dentro de las poblaciones que se han estudiado ha habido familias rotas por el divorcio de muchos tipos, en algunas la madre es la que ha criado los hijos, en otras con un padrastro y en otras con otro tipo de soluciones. No hay evidencia de que eso marque ninguna diferencia. Si la presencia o ausencia de los padres en el hogar (o que los padres discutan o se manden cartas de amor) tuviera alguna influencia duradera en la conducta de los niños debería aparecer en los estudios, pero no aparece.
Si la presencia o ausencia de los padres ha tenido algún efecto duradero en los niños ha tenido que ser diferente en cada niño. Esto no apoya mucho la postura de los investigadores que dicen que “los padres necesitan ser informados de la consecuencia para los niños de su decisión de separarse”. ¿Qué consecuencias? Si no puedes decir cuáles son las consecuencias, si un niño se va a hacer más atrevido y otro más tímido o uno se va a reír más y otro menos, si no hay tendencias generales, ¿de qué vas a informar a los padres?
En muchos estudios que luego se airean en la prensa se habla de las consecuencias del divorcio todo el tiempo. Pero las consecuencias, o diferencias, aparecen sólo cuando los investigadores no controlan para la herencia. Padres cordiales y competentes tienden a tener hijos cordiales y competentes y la mayoría de los investigadores da por hecho que ello se debe al ambiente cálido y acogedor que los padres dan a los niños.
El mejor ejemplo de conclusiones erróneas es el propio divorcio. Es bien conocido (y cierto) que los hijos criado en familias que se rompen es más probable que fracasen en sus propios matrimonios. ¿Se debe a los años de conflicto parental que vivieron?¿a la ira sentida desde que se fue papá, etc.? Existen estudios de gemelos donde se ve de nuevo que la mitad de la variación en el riesgo de divorcio se debe a los genes compartidos con los gemelos o los padres. La otra mitad se debe a causas ambientales pero nada de esa variación debida al ambiente se puede achacar a la casa en la que los gemelos fueron criados. Las experiencias compartidas a la misma edad (son gemelos), sea de armonía o conflicto parental, de separación o unión de los padres, no tienen un efecto detectable.
La herencia y no las experiencia infantiles en el hogar es lo que hace a los hijos de padres divorciados más propensos a fracasar en sus propios matrimonios. Pero eso no quiere decir que haya que buscar en los cromosomas un gen del divorcio. Más bien lo que hay es un conjunto de características de personalidad, cada una de ellas influida por muchos genes y moldeada por el ambiente, que en conjunto hacen que aumenten las probabilidades de que una persona fracase en su matrimonio. Rasgos que hacen que sea más difícil convivir con esa persona, agresividad, insensibilidad a los sentimientos de los demás, impulsividad, etc. Esos rasgos sabemos que son heredables.
A veces, los hijos de padres que luego se divorcian empiezan a tener problemas de conducta antes de la separación. Este dato se ha usado para explicar que no es el divorcio en sí mismo lo que causa los problemas de los niños sino el conflicto familiar que lo precede. Pero el hallazgo de que padres con tendencia al conflicto tienden a tener hijos conflictivos puede ser debido a los genes y no al ambiente que comparten. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Georgia descubrió que lo que predecía los trastornos de conducta en los hijos no era el divorcio de los padres sino la personalidad paterna: los padres con trastorno antisocial de la personalidad era más probable que tuvieran hijos con trastornos de conducta. Es difícil convivir con personas con trastornos de personalidad y es más probable que estas personas se divorcien. Es más probable, por las mismas razones, que tengan hijos difíciles y es posible un efecto del niño hacia los padres, es decir, que un niño difícil suponga un estrés y una tensión para el matrimonio.
Por supuesto, la mayoría de la gente que se divorcia no tiene serios problemas de personalidad y la mayoría de los hijos cuyos padres se divorcian no tienen problemas de conducta. A la mayoría les va bien como encuentra el estudio británico que hemos comentado. Entonces, ¿por qué hay muchos psicólogos clínicos que están seguros de que el divorcio es malo para los hijos? La explicación es probablemente la que da el psicólogo social David G. Myers: que el divorcio es malo para los hijos pero no por las razones que normalmente dan los psicólogos.
El divorcio es malo para los hijos por varias razones: 1) se asocia a un problema económico y el estatus financiero va a determinar el barrio donde se vive, el colegio, etc. 2) con frecuencia se cambian de residencia y hablábamos también en la entrada anterior de los problema que esto supone 3) aumenta el riesgo de que sufran abuso físico, los niños que viven con padrastros tienen más riesgo de abuso que los que viven con los padres biológicos 4) es malo para ellos porque trastorna sus relaciones personales (la socialización que según Harris realiza el grupo).
Cuando la vida en casa se trastorna la conducta de los niños en casa se trastorna y las emociones asociadas a la vida en el hogar. Esto es lo que los investigadores ven porque suelen observar o entrevistar a los niños en casa o en la consulta con sus padres. Pero si quieren saber cómo afecta el divorcio a la vida fuera del hogar tienen que buscar datos de fuera de casa y a ser posible de observadores no sesgados (como decíamos al principio los maestros pueden estar sesgados por la información de que los padres del niño se han divorciado y ver cosas que no están ahí). Lo ideal serían observadores que no conocen la situación familiar del niño. Lo que los investigadores encontrarían en estas condiciones sería que el divorcio paterno no tiene una influencia duradera en la forma en que los niños se comportan fuera del hogar ni tampoco un efecto duradero en sus personalidades.
@pitiklinov
PS- Para ver una crítica a la postura de Judith Rich Harris ver este artículo de Scott Alexander en el Slate Star Codex (gracias a @SilverVVulpes)
Pero pese a lo que dice Scott los últimos estudios siguen observando que el efecto del orden de nacimiento sobre la inteligencia y la personalidad es despreciable
PS- Para ver una crítica a la postura de Judith Rich Harris ver este artículo de Scott Alexander en el Slate Star Codex (gracias a @SilverVVulpes)
Pero pese a lo que dice Scott los últimos estudios siguen observando que el efecto del orden de nacimiento sobre la inteligencia y la personalidad es despreciable
No influye tanto el divorcio,lo que si influye es la relación que tengan los progenitores durante el divorcio y sobre todo después del divorcio. Si estos continúan con un fuerte conflicto y odio entre ellos, lo trasmiten al hijo/a y le hacen participe, utilizándolo como mensajero y para hacer daño al otro progenitor u otra familia, en estos casos es cuando aumenta considerablemente la probabilidad de que el hijo/a acabe desarrollando problemas en los estudios y/o emocionales/comportamentales.
ResponderEliminarEs interesante saber que la harris es una investigadora bibliografica y no clinica. No parece que tenga mucha experiencia en pacientes reales https://es.wikipedia.org/wiki/Judith_Rich_Harris
ResponderEliminarEso es cierto, pero Harris no habla de pacientes, su campo es el desarrollo psicológico del niño y el adolescente, la socialización, la educación, no los trastornos mentales.
EliminarY la influéncia de los hijos en el divorcio de los padres? I su influéncia posterior en la vida de los padres? Un juego a tres, todos son actores y és complicado establecer la importáncia de cada uno de ellos. Y más todavía el resultado final. Guardémonos de establecer conclusiones precipitadas. Todos somos víctimas y verdugos a la vez.
ResponderEliminarHarris también habla de eso, del efecto de los niños sobre los padres y de que el niño no es un sujeto pasivo efectivamente
EliminarSaludos
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