La razón es y sólo debe ser la esclava de las pasiones, y nunca puede pretender otro oficio que el de servirlas y obedecerlas
-David Hume
En entradas anteriores he llamado la atención sobre el hecho de que muchos puntos que se usan para criticar a la Psiquiatría son compartidos por la Psicología: conflicto de intereses, sesgo de publicación, eficacia frente a placebo… Otro aspecto que se ha criticado a la Psiquiatría es que algunos de los mecanismos de acción propuestos para los psicofármacos no están demostrados, crítica que es básicamente correcta y acertada. Por ejemplo, la hipótesis monoaminérgica de la depresión, según la cual la causa de algunos trastornos mentales sería la deficiencia o exceso de neurotranmisores como la serotonina (supuesto déficit en la depresión) o la dopamina (supuesto aumento en la psicosis) no tiene una evidencia científica suficiente que la sostenga.
Por ello, en esta entrada voy a examinar cómo les va a las psicoterapias en cuanto a los mecanismos de acción que proponen para los trastornos que tratan y para su eficacia a la hora de abordarlos. Voy a centrarme para ello en la Terapia Cognitiva, que es la psicoterapia más recomendada a todos los niveles, y una de las más utilizadas también, así como una de las que tiene tradición en someterse al proceso de evaluación de su eficacia lo que le da un marchamo de “científica” (en este artículo se dice por ejemplo que es “ciencia aplicada”). Me voy a referir especialmente a la terapia cognitiva según fue propuesta por Beck, que probablemente es el paradigma o la referencia en este campo.
La idea principal de la Terapia Cognitiva de Beck (cito de la referencia anterior) es que las personas sufren por la interpretación que realizan de los sucesos y no por estos en sí mismos. Bien, creo que este núcleo teórico de la Terapia Cognitiva tiene problemas de toda índole. Voy a analizar algunos de ellos: problemas desde el punto de vista filosófico, desde el punto de vista de la (neuro)ciencia y problemas desde el punto de vista clínico y psicopatológico.
Filosofía
El núcleo del pensamiento de Beck se basa en la filosofía griega, en concreto en Epícteto y los estoicos. Epícteto contempla todos los estados mentales, incluidas las emociones, como condicionadas por los juicios que hacemos. Cómo experimentamos el mundo y a nosotros mismos depende de esos juicios. La idea crucial es que no experimentamos el mundo sin la mediación de nuestras valoraciones. No nos afectan los acontecimientos directamente sino a través de la opinión o valoración que hacemos de ellos.
Pero en filosofía esta visión ha sido contestada, entre otros autores por David Hume, del que es famosa la frase con la que abre esta entrada. Hume pone en duda el poder de la razón con planteamientos como que la razón por sí sola nunca puede ser motivo de una acción de la voluntad o que la razón no puede oponerse a las pasiones en cuanto a la dirección de la voluntad. La tesis central de la ética de Hume es que la razón está subordinada, en el plano práctico, a las pasiones: “la razón, en un sentido estricto, significando el discernimiento de la verdad y la falsedad, no puede nunca por sí misma ser un motivo para la voluntad, y no puede tener influencia alguna sino en cuanto afecte a alguna pasión o afección. En otras palabras, la razón es incapaz de motivar nuestra conducta”.
No voy a entrar a un análisis filosófico del asunto porque no estoy capacitado para ello pero el aspecto que quiero señalar es que la terapia cognitiva es racionalista, hace un énfasis en la razón frente a la emoción hasta el punto de considerar al paciente como un científico que, guiado por el terapeuta busca hacer copias más precisas y válidas de la realidad. Esto nos lleva al viejo problema que existe en psicología sobre la relación entre razón y emociones (entre emoción/afecto y cognición) y no está nada claro que la razón sea la que se lleva el gato al agua, sino que más bien parece que es al contrario como vamos a ver a continuación.
Neurociencia
Un autor clave es Antonio Damasio que en su libro el Error de Descartes postula la hipótesis del marcador somático, un mecanismo mediante el cual las emociones guían (o sesgan) el comportamiento y la toma de decisiones, y que la racionalidad requiere una aportación emocional.
Aparte de Damasio tenemos otros muchos indicios de que el hombre no es un animal racional sino un animal racionalizador, que no es lo mismo. Uno de ellos son los famosos experimentos de Gazzaniga en pacientes con cerebro dividido donde los pacientes explican una conducta de la que no conocen las causas con razonamientos a posteriori. Gazzaniga llamó el intérprete a ese narrador a posteriori de nuestra vida. Si se le muestra una imagen atemorizadora solo al hemisferio derecho (el más verbal) el paciente siente miedo pero entonces su hemisferio izquierdo intenta explicar el sentimiento y se inventa una explicación incorrecta, al desconocer (por no haber comunicación entre ambos) la causa real. Un paciente cuyo hemisferio izquierdo era desconocedor de que el derecho había visto una imagen de dar miedo explicó su sentimiento de miedo como debido a que Gazzaniga parecía estar de mal humor ese día. Yo veo este tipo de racionalizaciones en pacientes depresivos y bipolares, de los que luego hablaremos.
Casi todas las entradas de este blog apuntan en esta misma dirección de que no somos tan racionales como queremos, porque un tema central de este blog ha sido combatir precisamente esa visión racionalista de la mente humana. La existencia de sesgos cognitivos con origen en nuestra historia evolutiva (sesgo optimista, de negatividad, etc), la existencia del inconsciente, tanto el antiguo como el nuevo, los sistemas I y II de Kahneman, etc., todo ello nos ofrece una visión de los mecanismos psicológicos de la mente humana que no se compadece muy bien con la visión que propone la terapia cognitiva.
Otro autor relevante es Joseph Ledoux, el experto en la amígdala, condicionamiento del miedo y trastornos de ansiedad. Nos dice en su libro El Cerebro Emocional que hay más vías que van desde la amígdala a la corteza cerebral que al revés, por eso es muy difícil que el pensamiento racional controle la emoción y no conseguimos dejar de preocuparnos cuando queremos. Aquí tienes una entrevista donde opina que la emoción es más fuerte que la razón.
Por último, para cerrar este apartado señalar que la terapia cognitiva no tiene mucho que ver con la psicología cognitiva, aparte de la palabra “cognitiva”. A la terapia cognitiva le ha beneficiado el boom de la psicología cognitiva de los años 60 y 70 para asociarse a ella pero la relación entre ambas es muy débil si es que hay alguna. Si te interesa este tema es precisamente al que más tiempo dedica el artículo que cito en la bibliografía.
Clínica y Psicopatología
En los centros de salud mental las personas que más vemos son las que tienen problemas depresivos y ansiosos adaptativos, y la mayoría de ellos tienen que ver con la situación laboral: paro, acoso por jefes o compañeros, malas condiciones de trabajo… A ellos se suelen unir problemas económicos o personales todo lo cual lleva al sujeto a una situación de atrapamiento con angustia, insomnio, bajo ánimo, etc.
Pretender que el problema de estas personas son sus cogniciones y olvidarnos de su realidad me parece que es errar el tiro. Si yo no tengo dinero para dar de comer a mis hijos no creo que la solución sea cambiar mis cogniciones, creo que es más cuestión de dinero que de cogniciones.
La prueba de lo que estoy diciendo es que la mitad de los psicólogos del Reino Unido dicen estar deprimidos. Y la causa de su depresión son precisamente sus condiciones de trabajo. No parece que su capacidad para detectar distorsiones cognitivas les sirva de mucho. Creo que intentar convertir en un problema individual lo que es un problema político, social o laboral es un error.
En el otro extremo tenemos depresiones graves donde efectivamente aparece la triada cognitiva de Beck: una visión negativa del yo, del mundo y del futuro. ¿Pero esto es causa o consecuencia de la depresión? En muchas ocasiones los antidepresivos revierten los cuadros y desaparecen las ideas y pensamientos negativos del paciente. Si un cambio biológico cambia unos pensamientos determinados ¿cuál es la causa de esos pensamientos? Lo mismo ocurre en el Trastorno Bipolar. Con la misma situación personal, los mismos problemas y el mismo esquema cognitivo, el paciente un día lo ve todo de color de rosa y al día siguiente todo negro. De nuevo, el cambio en su estado biológico y emocional parece marcar su ritmo cognitivo.
Pero aún concediendo los planteamientos de los terapeutas cognitivos, si acercamos más el zoom vemos que los terapeutas no controlan el cambio cognitivo ni en ellos ni en sus pacientes. Es decir, no sabemos cómo funcionan las terapias cognitivas, mediante qué mecanismos y qué pasos un paciente genera conclusiones más válidas y viables…nuestro conocimiento de la maquinaria psicológica implicada es muy precario ya que no podemos conseguir lo que queremos cuando queremos. Se aplican unas técnicas y a veces ocurre el cambio y otras no. Como se ve en el chiste del encerado, unas veces ocurre el milagro y la evolución clínica va bien y otras no.
Conclusiones:
Para concluir mi argumentación voy a copiar un párrafo de David Healy de su libro The Creation of Psychopharmachology, página 290:
“Había llamativas similitudes en términos de una lógica errónea entre los modelos construidos por los psicólogos académicos para dar cuenta de la eficacia de la terapia cognitiva y las teorías sobre las catecolaminas y la dopamina construidas por los psicofarmacólogos académicos para dar cuenta de la eficacia de los nuevos agentes psicotropos. Los respectivos argumentos fueron que dado que estas terapias funcionaban sobre ciertas cogniciones o aminas entonces estas cogniciones o aminas deberían ser disfuncionales en el caso de los trastornos en cuestión. Una cosa no se sigue de la otra.”
Este planteamiento de Healy abre un melón muy interesante. Los psicofarmacólogos mantienen que como los psicofármacos actúan sobre las aminas éstas deben estar alteradas y los terapeutas cognitivos sostienen que como sus terapias actúan (eso proponen por lo menos) sobre las cogniciones éstas deben ser disfuncionales en los trastornos mentales. Pero, como dice Healy, eso hay que demostrarlo. Y si miramos a la población general vemos que las distorsiones cognitivas son ubicuas: padres que no vacunan a sus hijos, gente que cree en la homeopatía…Y a estas personas se les da información y datos y no cambian su ideas o cogniciones. Aquí entramos en un terreno muy resbaladizo. ¿Cuál es la verdadera realidad? ¿Cómo podemos hacer que gente con unas ideas pseucocientíficas abrace la ciencia? ¿Pero cuál es la diferencia entre ciencia y pseudociencia? Aparece de nuevo el tema de que no somos racionales, la base de nuestras creencias no es la mayoría de las veces la lógica y no puedes convencer a alguien con razones de algo a lo que no ha llegado por la vía del razonamiento, como dijo Jonathan Swift. La diferencia entre ciencia y pseudociencia, por ejemplo, parece más una cuestión de consenso social que de pruebas.
Eso por el lado de las distorsiones cognitivas en personas que se supone no tienen trastornos mentales pero hay otra cuestión en la que la terapia cognitiva se ha querido parecer al modelo médico, en la de la especificidad. Pero la terapia cognitiva (al igual que los antidepresivos) no es tan especifica como se supone y además de trabajar las cogniciones hace muchas otras cosas. Así que una cosa es que un psicofármaco o una psicoterapia funcione y otra que funcionen por las razones que los psiquiatras o psicólogos ofrecen.
Esto no lleva de nuevo al problema de cómo conseguir que alguien cambie sus ideas, tema que no está resuelto, como decía más arriba; y tal vez tenemos que decir que afortunadamente. Si aplicando el chiste del encerado a nuestro tema consideramos como milagro el momento en que se produce el cambio de ideas creo que al que consiga controlar ese milagro hay que: 1) entregarle el premio Nobel, por su aportación a la ciencia y 2) ingresarle en prisión inmediatamente por el peligro que supone por su capacidad para controlar a la humanidad ;)
En fin, la conclusión que se impone de esta reflexión es que la base teórica que sustenta la aplicación de la Terapia Cognitiva es mucho más débil de lo que sus practicantes preconizan. A día de hoy no hay ciencia suficiente que soporte sus presupuestos teóricos. Así que la terapia cognitiva no puede sacar pecho y mirar por encima del hombro a la psiquiatría. No es imposible intervenir en un trastorno mental actuando sobre las cogniciones pero el margen de actuación es seguramente mucho más pequeño del que la terapia cognitiva propone. La intervención, además (y en esto vuelve a haber un paralelismo con lo que ocurre con los psicofármacos) tampoco es tan especifica como suponemos y en realidad estamos actuando a otros muchos niveles por lo que en el fondo no sabemos por qué se producen los cambios que apreciamos en el estado mental de la persona.
PS- Interesante artículo que revisa el tema de si la terapia cognitiva realmente funciona por lo que dice que funciona: el cambio en las cogniciones. Conlcusión: no hay evidencia de que sea así:
Richard Longmore y Michael Worrell: Do we need to challenge thoughts in cognitive behavior therapy?
Richard Longmore y Michael Worrell: Do we need to challenge thoughts in cognitive behavior therapy?
Agradecimientos:
Gracias a @Mertxe, @JcamiloVazquez, @divandeivan, @RaguadoR, @PsicJon, @DavidMartnz, @carmordaz por sugerencias y comentarios para la realización de esta entrada y a @MelricMelribone por la referencia bibliográfica.
La responsabilidad de mis opiniones es sólo mía.
Referencia:
La verdad leí la conclusión hasta ahora. Es medio deprimente. Parece que la terapia es poco más que placebo. O estaré pesimista?
ResponderEliminarVas a analizar otras terapias?
Hablan do de optimismo y pesimismo, el nuevo libro de Kramer es bastante optimista respecto al tratamiento con fármacos y terapia.
ResponderEliminarGracias, Daniel, tomo nota del libro
EliminarEn principio no tengo pensado analizar otras psicoterapias.
Tienes razón que puede ser algo deprimente pero en lo que a mí me toca no tengo ese sentimiento. Creo que ser realista y comprender que un planteamiento del tipo: "nosotros tenemos la evidencia y somos los buenos y otros no tienen la evidencia y son los malos" es demasiado simplón nos puede permitir avanzar
Un saludo
Gran artículo. Es un placer poder seguir pensando juntos y te agradezco la mención.
ResponderEliminarLeí el artículo que citas y efectivamente dedica casi toda su energía a afirmar que la psicoterapia cognitiva no merece su nombre. Parece que por cuestiones históricas y personales (que desconocemos) Beck se quiso alinear con una corriente teórica que no tenía tantas similitudes con su trabajo.
Sobre esto quiero comentar un par de cosas:
· La primera es que, en esta época de exigencia de evidencias empíricas, tendemos a olvidar el peso de la propia biografía, las dificultades del día a día que condicionan el trabajo y posicionamiento de los científicos. Sin considerarme para nada un construccionista radical negador de cualquier afirmación científica creo que es necesario reflexionar que "los productos" de la ciencia responden a un gran número de incentivos. El deseo de medrar, la tentación de la fama, o simplemente la necesidad de pagar las facturas ("publica o muere") hace que tiendan a surgir múltiples modelos supuestamente diferenciados cuando la naturaleza probablemente tiende a la parsimonia. Cada modelo se centra en explorar una arista de una realidad compleja, dejando de lado sus otros aspectos en beneficio del modelo.
· Por otra parte, Fernando Colina, un gran conocedor de nuestra profesión, afirma que lo primero que hay que preguntarse al analizar la obra de alguien es ¿contra quién lo escribe?. Suele ocurrir que la aparición de escuelas, identidades al fin y al cabo, bebe casi siempre del mecanismo de identificación por oposición (psicoanálisis y conductismo en este caso).
Finalmente, en torno a la reivindicación de evidencias empíricas en las profesiones sanitarias pienso que se están pasando por alto dos asuntos:
1) El clínico siempre llega tarde al conocimiento. Es decir, la gente necesita ayuda YA, tengamos o no las herramientas adecuadas. Creo que eso lleva a que cada cierto tiempo los clínicos tendamos a considerar que la teoría disponible en un campo en el año X (pongamos 2016) es la adecuada para afrontar un problema los siguientes 20 años. Luego resulta complicado mantener un conocimiento suficientemente actualizado como para seguir el ritmo a la academia (universidades, etc). Además, la distancia que nos separa de comprender cómo funciona la mente/cerebro hace que la clínica tenga que ser eminentemente pragmática y nos conduce a explicaciones en extremo simplistas acerca de cómo funciona nuestro trabajo. Son metáforas o como diría Bruno Latour "taquigrafías", en ocasiones muy osadas, y que para mí son útiles en la medida en que resultan útiles al paciente. Estamos tan lejos del conocimiento último del funcionamiento real que el criterio de veracidad no me parece realista para ser usado a día de hoy, aunque sí deseable.
2) La medicina no es una ciencia. La psiquiatría no es una ciencia. Tal y como yo lo aprendí, y lo sigo creyendo, se trata de un arte, puesto que resulta de la combinación de técnicas y procedimientos, una interacción humana (imprevisible) y un cuerpo teórico que (este sí) puede ser científico y basado en la evidencia, pero no es capaz de desbordar al resto de componentes.
Al final me ha quedado bastante largo, pero creo que el articulo lo merecía.
Un saludo!
Por cierto, la viñeta es brutal, y la suelo poner en las presentaciones siempre qu epuedo. :)
ResponderEliminarGracias por el comentario, me parece interesante lo que señalas
EliminarExcelente artículo que me toca bien profundo, ya que soy estudiante de Psicología.
ResponderEliminarYa hacia el final de su vida B. F. Skinner había criticado a la Psicología Cognitiva por desatender las contingencias ambientales de reforzamiento, y llegó a llamarla el "creacionismo" de la psicología, por plantear que la mente es la creadora de las consecuencias ambientales.
Ahora bien, en defensa de los aspectos filosóficos debo decir que por lo que sé, tanto Albert Ellis como Séneca y Marco Aurelio señalaron la marcada tendencia a la irracionalidad del ser humano. Simplemente plantearon que se debía adoptar un punto de vista más "lógico" al respecto. En definitiva, cambiar las creencias.
Ahora bien, a mí también me parece muy interesante la crítica del modelo racionalista en ética. Hace pocos días ví una conferencia de Haidt titulada The rationalist delusion, en la que criticaba al movimiento del nuevo ateísmo por subestimar, precisamente, el papel que las intuiciones desempeñan en nuestra moralidad. Sin embargo puedo ver claramente que la comunidad de filósosfos suele rechazar esta punto de vista (a pesar de las evidencias empíricas acumuladas y la convergencia de teorías y disciplinas), tanto como en general rechazan el punto de vista de E. O. Wilson. Ni hablar de campos como los estudios de género, donde directamente los arumentos empíricos, la evidencia y la metodología científica son rechazadas. Así que me pregunto, ¿estaremos perdiendo objetividad también en las mismas academias?
Kant sigue teniendo mucha fuerza en nuestra cultura :)
EliminarTotalmente! En su vertiente cartesiana, en el campo de la filosofía, donde predomina la hipótesis de la res cogitans; y en su vertiente humeana, en el campo de las ciencias sociales, donde predomina la hipótesis de la tabula rasa. Lo paradójico para mí es que se puede interpretar a Kant como el primero en introducir cierto punto de vista evolucionista, al plantear que no llegamos vacíos al mundo, sino con un conjunto de "categorías y conceptos". Es cierto que no habló de factores hereditarios, ni del cerebro, y no se expresó en términos de módulos cognitivos. Pero para mí es intuitivamente lo más parecido que se puede encontrar en los enfoques filosóficos, jeje!
EliminarEn Ciencias? Sociales y educación tienen el modelo de la tabla rasa como garantía de igualdad. Es un freno importante me parece, pero es mucho esfuerzo y riesgo de ser malentendido considerar otra cosa.
EliminarUn par de referencias curiosas clásicas:
ResponderEliminarJacobson, N. S., Dobson, K. S., Truax, P. A., Addis, M. E., Koerner, K., Gollan, J. K., Gortner, E., & Prince, S. E. (1996). A component analysis of cognitive-behavioral treatment for depression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 64, 295-304.
Análisis de componentes: TCog no es más eficaz contra la depresión que la simple activación conductual.
_______________________&_
Johnsen, T., & Friborg, O. (2015). The Effects of Cognitive Behavioral Therapy as an Anti-Depressive Treatment is Falling: A Meta-Analysis. Psychological Bulletin DOI: 10.1037/bul0000015
TCC pierde eficacia como opción terapéutica confirme pasan los años desde el entusiasmo setentero.
"Si yo no tengo dinero para dar de comer a mis hijos no creo que la solución sea cambiar mis cogniciones, creo que es más cuestión de dinero que de cogniciones."
ResponderEliminarEs un hecho que en el mundo sobran alimentos (hay más personas con problemas de sobrepeso que con problemas de desnutrición) así que cabe preguntarse si el "error cognitivo" existe en un sentido social.
Lo interesante de Epicteto y todos los que se han fijado en que nuestra visión del mundo puede cambiar el mundo en sí, es que el poder de la cognición llega hasta lo anticonvencional. Por supuesto un psiquiatra o psicoterapeuta es "un mandado", que trabaja por dinero dentro del marco convencional de la sociedad convencional, y en tal sentido uno puede sugerir al paciente "cogniciones" o "pensamiento positivo", o trucos conductistas, o descubrirle traumas infantiles freudianos que lo convenzan de que ha gastado bien su dinero (sensación de alivio, aparente mejora), pero el poder de "lo cognitivo" es el mismo que el del cambio cultural y, por lo tanto, es la única solución posible a la problemática humana misma. Un psicofármaco podrá aliviar un problema emocional, pero, de momento, los psicofármacos que cambien nuestra forma de vida conflictiva no se han inventado, mientras que los cambios culturales llevan operando evolutivamente a lo largo de miles de años y el registro histórico nos demuestra que son casi siempre irreversibles, acumulativos y con una flecha direccional discernible.
Yo no sé si el estoicismo busca tanto reflejar el cambio de visiones que se observan entre las distintas culturas y en la historia, cuanto más adoptar un punto de vista liberador que nos permita aceptar con calma nuestra realidad objetiva. Más que a cambiar nuestras creencias por otras, creo que el estoicismo nos invita a vivir de acuerdo al conocimiento objetivo que tenemos del mundo
Eliminar"Más que a cambiar nuestras creencias por otras, creo que el estoicismo nos invita a vivir de acuerdo al conocimiento objetivo que tenemos del mundo"
ResponderEliminarSi por "objetivo" entendemos lo real y demostrable, entonces la primera gran verdad que hemos de asumir es la falibilidad y maleabilidad de nuestra propia subjetividad. Es decir, lo "objetivo" es aceptar que, desde el punto de vista del ser humano (y otro punto de vista no tenemos) todo es subjetivo.
El estoicismo, y todas las doctrinas racionalistas anticonvencionales, acepta que no hay ninguna fuente exterior del conocimiento para el ser humano. Lo "cognitivo" podemos entenderlo como un reconocimiento de nuestra naturaleza, con nuestras limitaciones. Nadie puede decir si la terapia cognitiva es la más eficaz (al fin y al cabo, los terapeutas de diversas escuelas igual se ganan la vida, satisfaciendo más o menos a quienes recurren a ellos), pero el punto de vista filosófico y ético parece sensato: podemos cambiar muchas cosas en nuestras vidas si aceptamos que el origen de nuestras experiencias se halla sobre todo en nuestra disposición a aceptar el entorno. Y si aceptamos que el ser humano solo puede vivir en sociedad, la percepción y comprensión compartidas de nuestro entorno puede ayudarnos a transformarlo.
Hay que recordar que el estoicismo surge como reacción a la concepción fatalista e inmovilista del mundo en la Antigüedad. Fue un gran logro aún no del todo asumido.
"Más que a cambiar nuestras creencias por otras, creo que el estoicismo nos invita a vivir de acuerdo al conocimiento objetivo que tenemos del mundo"
ResponderEliminarSi por "objetivo" entendemos lo real y demostrable, entonces la primera gran verdad que hemos de asumir es la falibilidad y maleabilidad de nuestra propia subjetividad. Es decir, lo "objetivo" es aceptar que, desde el punto de vista del ser humano (y otro punto de vista no tenemos) todo es subjetivo.
El estoicismo, y todas las doctrinas racionalistas anticonvencionales, acepta que no hay ninguna fuente exterior del conocimiento para el ser humano. Lo "cognitivo" podemos entenderlo como un reconocimiento de nuestra naturaleza, con nuestras limitaciones. Nadie puede decir si la terapia cognitiva es la más eficaz (al fin y al cabo, los terapeutas de diversas escuelas igual se ganan la vida, satisfaciendo más o menos a quienes recurren a ellos), pero el punto de vista filosófico y ético parece sensato: podemos cambiar muchas cosas en nuestras vidas si aceptamos que el origen de nuestras experiencias se halla sobre todo en nuestra disposición a aceptar el entorno. Y si aceptamos que el ser humano solo puede vivir en sociedad, la percepción y comprensión compartidas de nuestro entorno puede ayudarnos a transformarlo.
Hay que recordar que el estoicismo surge como reacción a la concepción fatalista e inmovilista del mundo en la Antigüedad. Fue un gran logro aún no del todo asumido.
. Tu articulo explica bien porque muchos pacientes desarrollan importantes sesgos cognitivos. Si los supuestos de la razón fueran mas fuertes o tan evidentes nadie tendria dichos sesgos y funcionariamos como Mr Spock . Está claro que el circuito emocional afectivo modula y determinar nuestra visión del mundo y constantemente gana la batalla en muchos aspectos de como vemos el mundo Una modulación que es difícil de modificar y se activa de manera fulminante . Pese a ello creo la vida , la terapia , la reflexión y el aprendizaje de una manera mas lenta y penosa modulan y modifican dicha respuesta a traves de la corteza cerebral . Si no fuera asi nuestras reacciones serian siempre infantiles . El problema es que esta tarea de incluir otras razones en nuestra emoción es mas ardua y requiere perseverancia . Para finalizar una cita de Socrates : “Una vida no examinada no merece la pena ser vivida”
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