Simon Baron-Cohen |
El libro de Simon Baron-Cohen “Zero Degrees of Empathy” es un intento de explicar el problema del mal utilizando el concepto de empatía. Como persona de origen de judío, Baron-Cohen intenta entender hechos como el Holocausto, otros genocidios o múltiples ejemplos de maldad humana. El mal se debería, según Baron-Cohen, a un fallo en la empatía, a un bloqueo o incapacidad para utilizar la empatía y la solución al mismo pasa por activar la empatía entre enemigos, países en conflicto o cualquier otras partes enfrentadas. Creo que el libro fracasa en su objetivo de explicar el mal, pero veamos primeros las ideas que Baron-Cohen nos quiere transmitir con su libro.
Lo primero es que todos nos encontramos dentro de un espectro de empatía, de un curva de Gauss desde personas que tienen baja empatía hasta personas que tienen muchísima empatía, lo mismo que unos somos más bajos y otros más altos. En el límite más bajo de este espectro se encuentran las personas que tienen un grado cero de empatía y estas personas se dividen en personas con empatía Cero-Negativa y personas con empatía Cero-positiva. Las personas con Empatía cero-negativa son los Trastornos de Personalidad Psicopático o antisocial, el Borderline y el Narcisita. Estos no son los únicos subtipos que existen ya que también el alcohol, la fatiga, la depresión o la esquizofrenia pueden reducir la empatía. Pero estos tres trastornos, que se han considerado de personalidad por la psiquiatría, para Baron-Cohen son Trastornos de la empatía.
Tener empatía cero-negativa significa que no hay frenos en nuestra conducta y podemos perseguir libremente nuestros deseos sin tener en cuenta el impacto en otras personas. Los pensamientos y sentimientos del resto de la gente quedan fuera de nuestro radar y nos lleva a cometer actos de crueldad e insensibilidad a los demás.
Otro presupuesto es que existe un circuito de la empatía en el cerebro que Baron-Cohen describe y la parte de la neurobiología de los psicópatas, borderlines y autistas es de lo mejor del libro. También existen genes para la empatía, aunque es una forma de hablar, no son propiamente genes “para” sino que se asocian a la empatía. La empatía también se puede aprender y trabajar por medio de videos, rol-playing y otras técnicas. También es muy importante el vínculo temprano con los cuidadores (Bowlby y el apego) a la hora de cargar nuestra mente de un “puchero interno de oro”, una especie de poción mágica de empatía para el resto de nuestra vida. Según Baron-Cohen, la causa de que los antes referidos borderlines y psicópatas tengan empatía cero-negativa es el fallo en el apego con la madre.
Pero luego están las personas con empatía cero-positiva, las personas del espectro autista y el S. de Asperger, que es una forma de empatía cero que ha sido seleccionada por la evolución porque se asocia a alta sistematización. El mecanismo de sistematización es el que permite ver patrones en el mundo y eso ha dado grandes frutos en la ciencia y la tecnología. Estas personas no soportan los cambios, todo lo que rompe esa presencia inmutable de patrones -el tiempo- es un problema para ellos porque altera su orden. De ahí que se resistan a los cambios.
La empatía, para Baron-Cohen, es el recurso más valioso del mundo y por no usarla sigue habiendo guerras en Irak, Afganistán y Palestina. Por cada día que pasa, dice, sin emplear la empatía en esos rincones del mundo, muchas vidas se siguen perdiendo. Baron-Cohen llega al punto de proponer un cambio en las clasificaciones psiquiátricas para incluir los trastornos de empatía pero resulta que nos quedaría un cajón de sastre muy caótico donde tanto la erotomanía como la depresión o la anorexia serían trastornos de empatía…Por otra parte, todo acto malvado implica una desconexión de la empatía en el momento de cometerse, el copiloto Andreas Lubitz tuvo que desconectar su empatía para no conectar con el sufrimiento de los pasajeros y sus familias. El terrorismo también y todo mal resulta de la desconexión de la empatía.
Hasta aquí un breve resumen de su planteamiento. Yo de entrada voy a empezar por negar la mayor: el mal no es un problema de empatía. Si una persona tuviera la forma “maligna” de empatía cero-negativa haría el mal a todo el mundo pero vemos que esto no es cierto. Muchos nazis eran personas amables con sus perros e hijos, lloraban con la música clásica y se mostraban colaboradores y altruistas con todos menos con los judíos. Otro ejemplo: Wafa Idris, la primera mujer bomba palestina había sido voluntaria paramédica durante la Segunda Intifada, no a esa mujer no le faltaba empatía.
Como decía Bloom en el debate la empatía es parroquiana, llega hasta los límites de nuestro grupo, los nacionalistas o los miembros de una religión pueden ser muy empáticos con los de su grupo pero no tanto con los de fuera. Como dice Emile Bruneau, un neurocientífico cognitiva del MIT, en este muy recomendable artículo, cuando te enfrentas a un enemigo se genera un “vacío de empatía” y todo el mundo, incluso los más empáticos, en las circunstancias adecuadas, puede llegar a silenciar su empatía. Empatizar con el enemigo, sobre todo con el grupo enemigo, es muy difícil, la violencia surge mucho más fácil entre grupos que entre individuos. Esto tiene una lógica evolucionista muy clara: yo no puedo ir a luchar con el grupo enemigo con la empatía a flor de piel porque me pondría a darles abrazos y a llorar en vez de porrazos en la cabeza. Los genes de los que daban abrazos en las guerras desaparecieron del acervo genético; ha sido adaptativo desconectar la empatía y por eso tenemos un interruptor que nos permite desactivarla en las circunstancias en que es necesario.
Emile Bruneau |
Por otro lado, agrupar los trastornos mentales en una categoría debida a fallo de empatía creo que es como decir que la muerte de las personas se debe a parada cardio-respiratoria. Claro que al final se desconecta la empatía,pero también se desconecta el apetito y otras muchas cosas. Lo importante es ¿por qué? ¿cuál es la causa? Creo que Baron-Cohen idealiza la empatía fenómeno que se está generalizando ( ya hablamos de ello en este post). Me da la impresión que se se está repitiendo con la empatía el mismo error que se ha cometido con la autoestima en las últimas décadas, que era algo que había que potenciar para el pleno desarrollo y felicidad de las personas.
Bruneau encuentra que ese salto o diferencial de empatía no se relaciona con medidas de empatía de la personalidad del individuo sino con la identificación de ese individuo con su grupo. Cuanta más identificación con el grupo mayor el diferencial de empatía con los otros. Y llegados a este punto los que soléis leer este blog ya estaréis pensando en una de las cosas que genera identidad a la que solemos volver una y otra vez: a la ideología, a las creencias: tener dioses diferentes, tener patrias diferentes y ese tipo de cosas. Estas son algunas de las cosas que más nos dividen y crean identidades que muchas veces acaban siendo asesinas. Desconectar la empatía viene después.
@pitiklinov
Referencia:
"una de las cosas que genera identidad a la que solemos volver una y otra vez: a la ideología, a las creencias: tener dioses diferentes, tener patrias diferentes y ese tipo de cosas. Estas son algunas de las cosas que más nos dividen y crean identidades que muchas veces acaban siendo asesinas. Desconectar la empatía viene después."
ResponderEliminarNo estoy muy seguro. El mero estímulo de la empatía puede ser previo a ciertas construcciones ideológicas. Parece ser que las "experiencias empáticas" precedieron a la Ilustración y el liberalismo político. Gutenberg fue antes que Voltaire.
El problema con los nazis es que a los judíos no los consideraban seres humanos verdaderos, los consideraban corrompidos, malos, endemoniados por ello con ello sno sentían empatía, esto debido a la propaganda que convenció a muchos de que lo sjudíos eran el mismo demonio
ResponderEliminarMuchos grandes crímenes se cometen no por psicópatas enfermos sino por personas "normales" que han deshumanizado a los otros, o que han sido excluidos y marginados del grupo y ya no se sienten identificados con los demás. En neurología lo llaman sesgo "endogrupo-exogrupo". Si no conseguimos hacer más inclusivo nuestro grupo, extensivo a toda la humanidad, en nuestra realidad actual, seguiremos viendo miseria, sufrimiento y matanzas sin razón que sólo irán a peor. Prender o apagar la empatía puede ser evolutivo pero ello no explica nada ni nos ayuda a tomar una decisión para el futuro. La pregunta es ¿Qué tipo de sociedad es la que queremos crear? Los valores occidentales del "individualismo" y la "competencia" (y el "darwinismo social") están socavando la capacidad de convivencia, de socialización, de empatía. Y de paso consumiendo los recursos naturales. ¿Tendremos algún precio que pagar en el futuro?
ResponderEliminarLa capacidad de deshumanizar, de "apagar" la empatía es una capacidad que es parte de cualquier ser humano "normal" y eso es precisamente lo que lo vuelve tan inquietante. Aceptamos que apagarla para defender la propia vida ante una amenaza mortal es "bueno" o "correcto". Al mismo tiempo que condenamos el apagarla para cometer un genocidio de judíos. Sea evolutiva o no la capacidad de prender o apagarla ello no nos dice nada. El problema es que toda una sociedad entera puede apagarla hoy en día con las consecuencias que ello implica (desigualdad económica, miseria, guerras, hambre y un largo etcétera) porque "nosotros" "lo ganamos con esfuerzo" mientras que "ellos" "pagan por sus decisiones". Nunca como ahora el saber cuando es "correcto" apagar nuestra empatía como sociedad ha sido tan importante. El ser humano posee armas de destrucción masiva y hace tiempo ya que hombres como Carl Sagan, Erich Fromm y Bertrand Russell se preocuparon seriamente por el asunto y las consecuencias que para el futuro de la especie, o al menos de la civilización actual, implica.
ResponderEliminarPor cierto no me agradan mucho las explicaciones de la "psicología evolutiva" porque lo explican prácticamente todo y, al hacer esto, en realidad no explican nada (por no decir que corren riesgo a menudo de naturalizar comportamientos que lejos de ser universales son culturalmente específicos). Además creo que lo que en realidad es "evolutivo" es el cerebro, el cual es plástico (de plasticidad) y flexible. De ahí el hecho de que podamos prender o apagar la empatía. Evolucionamos para reaccionar a diferentes contextos, no somos máquinas con programación específica sino que somos adaptables. De ahí que podamos decidir como individuos y como sociedad cuando es correcto "apagar la empatía". Sin embargo en un mundo globalizado, hambriento de recursos, y armado hasta los dientes la opción que pasa por apagar la empatía y ver a los "otros" como enemigos no me gusta nada. Incluso si estoy en el "lado vencedor" creo firmemente que el progreso que se hace sobre una pila de cadáveres no puede ser llamado progreso. (Si estoy en el lado perdedor tendré la ventaja de ya no tener que preocuparme por estas consideraciones "intelectuales" o "morales").
ResponderEliminarQ DIVERTIDO NO??' EMPATIA CERO TIENES TU O ESPERA ES LA REFLEXIVIDAD?' O TIENES ENVIDIA? NO SE COMO PUEDES COMPARAR A LOS ASPPERGER (ALTAMENTE EMPATICOS CON ESTA GENTE FRIA)
ResponderEliminarDesde luego el mal existe, no creo que sea una cuestión únicamente de falta de empatía o de empatía cero como propone Baron-cohen, no obstante los aspectos de la neurobiología de los trastornos psicopáticos y trastornos de personalidad antisocial ayudan a entender la complejidad neurológica del ser humano y la delgada línea que separa la libertad humnana de la tiranía del instinto. Creo que Baron-Cohen lleva un poco demasiado lejos su tesis según la cual cualquier acto de maldad implicaría necesariamente una alteración neurológica que la haría posible. Dejamos de lado entonces la influencia de los condicionantes sociales,ideológicos (creencias), culturales en la formación de la personalidad y admitimos solo condicionantes de tipo biológico.Nos queda mucho por conocer todavía para poder encajar las piezas del puzzle en una teoría coherente y amplía de la conducta humana que explique la conducta normal y la patológica y explique como se pasa de una a otra, tal objetivo sería el de una psicopatología científica que por el momento parece que no existe.
ResponderEliminarUmmm bueno hay que matizar. En las formas "malignas" no ocurre que haya una empatia "aparcelada", es decir solo en algunas situaciones. En determinadas personas (psicopatas integrados y personalidades psicopaticas por ejemplo) la empatia es baja al extremo en todas las circunstancias y sin posibilidad de "tratamiento"; el autor parece desconocer el hecho de la enorme capacidad de estos individuos de imitar las emociones como si las tuvieran (se conocen la letra pero no la musica se dice). Estas personalidades son como los camaleones; y si, parece mentira pero hay personas que no tienen nada de empatia y que simplemente la imitan para poder sobrevivir depredando. Saludos
ResponderEliminarEste libro parece querer exculpar a los sistemas ideológicos o a las situaciones políticas, económicas y sociales de toda responsabilidad en la perpetración de crímenes horrendos, atribuyendo a personas con algún tipo de alteración neurológica (¿discapacitados?) la capacidad de hacer el mal.
ResponderEliminarEs una idea muy peligrosa la que se defiende en este libro, especialmente cuando se mete en el mismo saco a personas con autismo, a psicópatas o a sociópatas: parece que para el autor todos ellos tienen el mismo valor (¿el cero-positivo de un autismo supone que reaccionará violentamente, en un sentido homicida, contra todo aquel que se atreva a alterar sus rutinas?). Es muy triste que alguien tan destacado en el estudio de la neurodiversidad como el doctor Baron-Cohen se atreva a sugerir que los autistas, independientemente de su condición, son personas capaces de cometer atrocidades debido a sus déficits de empatía (que no de humanidad). El señor Baron-Cohen está, directamente, demonizando a todo un colectivo que, supuestamente, le debe mucho. Y es que el autor debería tener en cuenta que los mayores criminales de la historia eran personas "normales": desde los integrantes de organizaciones criminales como las SS, hasta los comandantes de campos de concentración y exterminio, o los dictadores aupados al poder tras una sangrienta guerra civil, todos ellos eran personas "empáticas", es decir, capaces de formar una familia y de entender la gravedad de lo que estaban haciendo, justificado siempre en aras a extirpar a los enemigos del Estado, de la revolución o de la raza.
Muy mal, señor Baron-Cohen.
Tener empatía cero-negativa significa que no hay frenos en nuestra conducta y podemos perseguir libremente nuestros deseos sin tener en cuenta el impacto en otras personas.
ResponderEliminarCOMPLETAMENTE DE ACUERDO
Los pensamientos y sentimientos del resto de la gente quedan fuera de nuestro radar y nos lleva a cometer actos de crueldad e insensibilidad a los demás.
ResponderEliminarVAMOS BIEN
Otro presupuesto es que existe un circuito de la empatía en el cerebro que Baron-Cohen describe y la parte de la neurobiología de los psicópatas, borderlines y autistas es de lo mejor del libro.
ResponderEliminarNO ES UN PRESUPUESTO
ES REAL
ResponderEliminarTambién existen genes para la empatía, aunque es una forma de hablar, no son propiamente genes “para” sino que se asocian a la empatía.
ResponderEliminarNO ES UNA FORMA DE HABLAR, EXISTE EN LOS GENES
La empatía también se puede aprender y trabajar 🙄
ResponderEliminarPOR SUPUESTO
Pero Num 1 Mientras no seamos capaces de identificar a esos que geneticamente NO POSEEN empatia
ResponderEliminarNum 2 Los vamos a continuar CASTIGANDO por causa de su daño genetico