La semana pasada se ha publicado que a dos neurocirujanos de la Universidad de California,Davis, se les ha prohibido investigar en humanos después de que deliberadamente infectaran a tres pacientes terminales de cáncer con bacterias patógenas en un intento de tratarles. Los tres pacientes( con glioblastoma cerebral) murieron y dos mostraban complicaciones de la infección. En Nature debaten todo el asunto.
Hay que aclarar que los tres pacientes habían dado su consentimiento, por supuesto, pero el uso de fármacos experimentales requiere la aprobación de un comité de la Universidad y una supervisión por la FDA, y los neurocirujanos no obtuvieron esta aprobación porque pensaron que no era necesaria. Parece que en 2008 uno de los doctores pidió permiso para realizar lo que se llama un procedimiento único (tratar con Enterobacter Aerogenes a un paciente con glioblastoma) pero siguió tratando más casos sin permiso.
Pero no es todo este lío legal o administrativo lo que me mueve a comentar la noticia sino el fundamento científico de esta idea de provocar infecciones para tratar el cáncer, que no es una locura. Existen informes aislados de paciente que han sufrido infecciones y al combatir y salir de la infección resulta que el tumor había desaparecido. Supuestamente la infección activa a las células blancas de la sangre para combatir tanto la infección como al cáncer. En 1999 investigadores de la Universidad del Mississipi Medical Center, describieron cuatro casos de regresión de tumores cerebrales malignos al presentar una infección comórbida. El agente patógeno fue precisamente Enterobacter Aerogenes.
En 2004, se introdujeron células cancerosas en ratones permitiendo a los tumores crecer y luego se provocaron infecciones con Clostridium Novyi. Un tercio de los tumores desaparecieron. En 2011 se publicó otro trabajo donde los pacientes con glioblastoma que sufrían infecciones después de la cirugía tenían una supervivencia de 30 meses frente a 16 meses en los que no las sufrían. La asociación no se consideró definitiva. En otro trabajo de 2009 los pacientes con cáncer que sufrían infecciones tenían una supervivencia mayor, estadísticamente significativa.
Por último señalar que están en marcha más de tres docenas de estudios de vacunas para el cáncer y que existe ya aprobada una para el cáncer de próstata ( Provenge). En una de ellas se inyecta el cerebro de los pacientes con virus atenuados de la polio
No hay comentarios:
Publicar un comentario