El suicidio es un rompecabezas desde el punto de vista evolucionista: ¿cómo puede producir la selección natural organismos que se eliminan a sí mismos? En una entrada anterior ya hemos tratado las hipótesis que existen hasta la fecha para intentar explicarlo. En esta entrada voy a resumir una nueva hipótesis que acaba de aparecer y que se basa en una comparación con un fenómeno biológico conocido con el extraño nombre de aposematismo pero que es algo de lo que probablemente hemos oído hablar todos en algún documental sobre la naturaleza.
Existen organismos en la naturaleza (insectos, anfibios…) que tienen mal sabor, o incluso son venenosos, de manera que cuando un depredador los come sufre los efectos tóxicos y no le quedan ganas de volver a comer ningún organismo de las mismas características. Estos organismos suelen tener unos colores muy llamativos con lo que son fácilmente reconocibles y fáciles de recordar. Lo que nos interesa de este fenómeno es que este tipo de defensa facilita la muerte de un organismo para que otros que tienen similares características tengan más probabilidades de sobrevivir. Es en sí mismo interesante investigar cómo ha podido evolucionar este tipo de defensa. Hay muchos organismos que elaboran toxinas y las emplean contra sus depredadores pero en el caso del aposematismo la defensa va a actuar después de la muerte del organismo: “tú me comes pero te vas a enterar…”. Es probable que en un principio el veneno no estuviera pensado para hacer efecto después de la muerte del organismo sino precisamente para evitar la misma. Sea como sea, hay otro rompecabezas aquí pero se lo vamos a dejar a los biólogos evolucionistas.
Los insectos aposemáticos tienden a vivir de forma gregaria lo que puede ser una ventaja. Un depredador puede asociar mejor y aprender qué organismo es venenoso si hay muchos presentes alrededor. También, como es conocido, existen organismos que no son venenosos y que se aprovechan del aposematismo de otra especie imitándoles; desarrollan una coloración similar y así evitan ser comidos. Lógicamente, esta imitación tiene un límite y no puede ser muy frecuente si hubiera más individuos aposemáticos falsos que verdaderos, a los depredadores les traería más cuenta comérselos. Pero es interesante señalar que el aposematismo aparenta ser un tipo de altruismo. Unos individuos mueren y otros se benefician de esa muerte ¿quiénes? ¿los familiares? ¿el grupo?
Bien, partiendo de este fenómeno de la naturaleza James Wiley da un salto (bastante osado) y compara el aposematismo con el suicidio. Como hemos dicho, en el aposematismo la muerte de uno beneficia a la supervivencia de muchos. Es concebible que, si las amenazas de suicidio de una persona son ignoradas, un suicidio consumado puede hacer que futuras amenazas sean más creíbles. Si determinados contextos o circunstancias promueven conductas suicidas en humanos, un suicidio consumado puede aumentar la atención de los miembros de la comunidad para impedir que los individuos predispuestos al suicidio entren en esos contextos o circunstancias. Si esos contextos reducen la fitness de un individuo (las características que se asocian a su éxito reproductivo), reducir la probabilidad de que entren en esos contextos aumentará su fitness. Wiley llama a esta idea de que se produzca un condicionamiento de la sociedad para prevenir o aliviar los contextos que pueden llevar a un suicidio Aposematismo Psicológico.
Este planteamiento de Wiley tiene mucha similitud con la Hipótesis de la Negociación de Hagen que, incomprensiblemente, no traté en la entrada anterior sobre Suicidio y Evolución, error que voy a intentar corregir ahora. La hipótesis de la negociación de Hagen (elaborada y desarrollada después en colaboración con Kristen Syme) es inicialmente una hipótesis para entender la depresión (no el suicidio) desde el punto de vista evolucionista y Hagen la desarrolló en primer lugar con la depresión post-parto en mente. En esencia, lo que dice esta hipótesis es que la depresión es equivalente a una huelga; la persona depresiva -por medio de su sintomatología de apatía, cansancio, desmotivación, etc- lo que estaría haciendo es declararse en huelga y señalar a su entorno que necesita ayuda y que tienen que cambiar las cosas.
Posteriormente, Hagen, Syme y Garfield han aplicado la hipótesis de la negociación al suicidio. Lo que plantean es que los intentos de suicidio son una señal costosa, un aviso, con el que la persona que se encuentra en una situación que le produce un sufrimiento negocia con su entorno para que le ayuden a encontrar una solución. Por ejemplo, un padre escoge un marido para su hija que a ésta no le gusta. La chica protesta y dice que ese pretendiente no le gusta pero hablar es barato y el padre insiste en su plan. La chica realiza un intento de suicidio y da a entender que va en serio. El padre entonces, ante el riesgo de perder a su hija, cede y anula sus planes. En el esquema que veíamos en la entrada sobre Suicidio y Evolución, la hipótesis de la Negociación concibe al suicidio como un subproducto y no como una adaptación. Es decir, la selección natural no ha seleccionado el suicidio como tal sino la depresión y los intentos de suicidio. El problema es que realizar intentos de suicidio tiene un riesgo y algunos de ellos acabarían en suicidios consumados. Hagen y Syme han propuesto recientemente una variante de su hipótesis por la que los intentos de suicidio también pueden ser una forma de pedir perdón, de señalar que uno se arrepiente de verdad de algún error cometido y de facilitar así la reconciliación y el perdón.
La hipótesis del Aposematismo de Wiley podría ser vista como una variante de la Hipótesis de la Negociación pero tiene importantes diferencias. Por un lado, es una hipótesis que concibe el suicidio como adaptativo y no como subproducto. Aquí es el suicidio lo que se usa para negociar y no el intento de suicidio. Por otro lado, no es una negociación “individual” en la que un individuo defiende sus intereses (frente a familiares u otros miembros del grupo), sino que es una negociación “colectiva” y aquí es donde hay una serie de elementos que resultan muy discutibles, a mi modo de ver. ¿Quién negocia? ¿quién es el beneficiario de la negociación? Si entiendo bien a Wiley, sería el conjunto de las personas suicidas, esas personas atrapadas en contextos que reducen sus probabilidades de éxito reproductivo. ¿Y quién es el interlocutor? ¿Con quién se negocia? Pues Wiley parece referirse a la sociedad en su conjunto y no tanto a los familiares o personas concretas (luego hablaremos de ello). El suicidio sería un mecanismo de condicionamiento de la sociedad que es en última instancia la que produce los contextos sociales, económicos, políticos y sanitarios en los que las personas se ven envueltas. El duelo por suicidios previos motivaría a la sociedad a tomar medidas para no perder a más individuos por suicidio. El suicidio consumado aumentaría el éxito reproductivo de aquellos personas susceptibles a la conducta suicida en contextos que reducen la fitness.
Resumiendo, en la hipótesis de Hagen y Syme el suicidio es un resultado desafortunado del proceso de negociación; en la hipótesis de Wiley, un número pequeño de suicidios consumados facilita el éxito reproductivo de individuos predispuestos al suicidio. Wiley se pregunta: ¿serían las amenazas de suicidio una herramienta eficaz de negociación si nadie se suicidara? Si nadie se suicidara, los gobiernos, comunidades, familiares o amigos harían algo o se esforzarían en cambiar las circunstancias -y proveer los recursos- de las personas que se lo piden? Parece inevitable que se necesita un cierto número de suicidio para que las amenazas e intentos de suicidio se tomen en serio. En la visión de Wiley, los suicidios consumados ofrecen un poder de negociación a los futuros suicidas en potencia.
Bien, vamos ahora con otro aspecto problemático de la hipótesis de Wiley: ¿qué base teórica evolucionista puede apoyarlo? Pues un mecanismo raramente invocado: el llamado “Efecto de la barba verde”, una teoría que vamos a comentar ahora brevemente. El efecto barba verde es un experimento mental propuesto por Hamilton y luego recogido por Richard Dawkins en el Gen Egoista que trata de explicar el altruismo. Según esta hipótesis, un gen para el altruismo podría haberse extendido en la población si el organismo altruista ayuda a otros individuos que también portan el gen altruista. Como los genes son invisibles, este mecanismo requiere un marcador externo, es decir, el gene altruista, además de producir altruismo, tendría que producir otra característica (un marcador visible como una barba verde) que señalara al individuo que su altruismo va a ser reciprocado porque el receptor de la acción es altruista también. Este mecanismo es diferente de la selección de parentesco (kin selection). En el efecto barba verde el individuo puede ayudar a otros individuos que no son familiares directamente sino que portan también ese gen. Lógicamente, es más probable que un familiar lo porte pero el altruismo iría dirigido no a un familiar por ser familiar sino por portar ese gen.
Aplicado esto al suicidio, sabemos que el suicidio es heredable (lo cual no quiere decir que exista un gen o varios para el suicidio) y ciertos genes se asocian a un mayor riesgo de suicidio. La conducta suicida es también una conducta llamativa, que no suele pasar desapercibida (aunque hay dudas en esto, muchas veces los familiares de personas que cometieron suicidio no lo detectaron), por lo que es un fenotipo que destaca como una barba verde o una coloración llamativa, así que podríamos intentar aplicar la idea con ciertas garantías al suicidio.
Crítica de la hipótesis
Un problema clave de la hipótesis es que todos las conductas suicidas o todos los suicidios no son probablemente un grupo homogéneo, no son un mismo fenotipo, por así decirlo. Wiley reconocen esto y acepta que su hipótesis no puede explicar todos los suicidios sino más bien los suicidios que podemos llamar situacionales o asociados a un contexto.
De mi lectura de la literatura sobre suicidio en general, yo creo que se deduce que hay por lo menos dos tipos de suicidio:
1- Uno sería un suicidio “social” en el sentido de que tiene una función social o está relacionado con conflictos interpersonales y con situaciones sociales en general. Las emociones implicadas son la venganza, la ira, la culpa y no directamente la depresión. Estaría implicada la perversión de la justicia de la que habla Thomas Joiner en su libro sobre el Homicidio-Suicido y que ya comentamos en esta entrada. Son más impulsivos y tienen menos relación con trastornos mentales. Lo voy a ilustrar con un ejemplo de este artículo sobre el suicidio en la China rural:
Se trata de una joven madre sin problemas mentales que un día es acusada por una vecina de haber robado unos huevos. La mujer niega la acusación pero la acusadora insiste, se acercan los vecinos del pueblo y la mujer no puede defender su inocencia. Cuando llega a casa dice que una persona no puede vivir sin honor y que morirá para demostrar que no robó esos huevos.
Ese suicidio tiene la función social de lavar el honor de la mujer acusada y de su familia y también de vengarse de la vecina en la que recae ahora la culpa de haber sido la causa de su suicidio.
2- Otro tipo de suicidio sería más “personal” sin que cumpla o le podamos encontrar una función social y que se encuentra más relacionado con los trastornos mentales. La emoción implicada en este suicidio es la depresión, el dolor psicológico, y la persona lo que busca es acabar con su sufrimiento. Aquí no hay un deseo de influir en las personas del entorno sino que se trata de buscar una salida personal
En el segundo tipo de suicidio no hay mucho que negociar. Si la persona padece un trastorno mental y no ha respondido al tratamiento puede pensar que su vida no mere la pena de ser vivida y no está intentando conseguir nada de nadie sino dejar de sufrir. En el primer tipo de suicidio sí que es aplicable la hipótesis de la negociación, si se trata de un problema amoroso, económico, etc., sí que puede haber un margen de negociación con las personas del entorno.
Otro problema que le veo a la hipótesis de Wiley es que el interlocutor o negociador del otro bando sea la sociedad. Yo entiendo que a los amigos o familiares les importe lo que le pasa a una persona y que estén dispuestos hacer concesiones económicas, emocionales o del tipo que sea. Pero me cuesta imaginar a la sociedad en su conjunto escuchando y actuando para proveer recursos para las personas afectadas por contextos que disminuyen su fitness. No se puede decir que la sociedad no esté preocupada por el problema del suicidio, pero si hablamos de una conducta que supone la muerte de por lo menos 800.000 personas al año en el mundo, creo que es bastante seguro decir que la sociedad no está proporcionalmente preocupada a la dimensión del problema. Por otro lado, cuando alguien quiere negociar o reivindicar algo parece más coherente dirigir esa reivindicación a una instancia o institución en concreto…¿a quién iría dirigida la reivindicación de las personas suicidas?
Por otro lado, este enfoque asume que la persona suicida sabe lo que quiere o necesita, y también que hay una solución para sus necesidades. Pero si hablamos de problemas y contextos sociales nos encontramos con problemas de unas dimensiones (crisis económicas, desempleo, pobreza, etc) que necesitan ser abordados desde muchas agencias políticas, sociales y económicas. No veo claro un interlocutor que reciba la demanda y pueda actuar sobre ella. O, si se trata de un problema amoroso, ¿qué puede hacer la sociedad en su conjunto?
Por último, yo creo que el suicidio tiene más que ver con el fracaso de una negociación que con una negociación propiamente dicha. Si pensamos en el caso de la señora Y, más arriba tratado, o en el de una ruptura amorosa, o en el de un despido, situación de paro, divorcio, etc., el problema es que la negociación ha terminado de una manera negativa o no aceptable para la persona, la cual se encuentra ahora en la tesitura de decidir qué hacer con su vida. La persona muchas veces se siente humillada, injustamente tratada y decide que la vida no merece la pena.
Bueno, en resumen creo que es una hipótesis original y que todo lo que nos ayude a pensar y reflexionar sobre el problema del suicidio es bienvenido, pero creo también que es muy osada y con una base teórica insuficiente.
@pitiklinov
Referencias:
James C Wiley (2020) Psychological aposematism: an evolutionary analysis of suicide Biological Theory
Hagen, E. H. (2002). Depression as bargaining: The case postpartum. Evolution and Human Behavior, 23(5), 323–336. https://doi.org/10.1016/S1090-5138(01)00102-7
Kristen Syme Zaccary Garfiel Edward Hagen (2016) Testing the bargaining vs. inclusive fitness models of suicidal behavior against the ethnographic record. Evolution and Human Behavior Volume 37, Issue 3, May 2016, Pages 179-192
Kristen Syme y Edward Hagen (2019) When Saying “Sorry” Isn’t Enough: Is Some Suicidal Behavior a Costly Signal of Apology? A cross-cultural test Human Nature 30 117-141