Hay comunidades de falsos intelectuales en las humanidades en general y en los estudios de género en particular que han sido impactados por el legado del post-modernismo. Esta gente está bombeando auténtica basura y adoctrinando a generaciones de estudiantes para creer en un autentico sinsentido.
-Peter Boghossian
Tanto la izquierda como la derecha tienen sus más y sus menos con la ciencia. Entre la derecha religiosa hay muchos que niegan la evolución o la edad de la Tierra y entre la izquierda hay muchos que niegan la heredabilidad de la inteligencia, la heredabilidad en general, o las diferencias sexuales tanto biológicas como psicológicas. Por diferentes razones no les “vienen bien” o no casan con sus ideologías.
Sin embargo, en este artículo John Tierney defiende que la izquierda ha hecho más por retrasar el progreso científico que la derecha. Vamos a ver algunos de sus argumentos. Para empezar empieza revisando estudios que dicen que la derecha tiene más prejuicios que la izquierda o que son más “cerrados”, más inamovibles de sus ideas. Estudios posteriores han demostrado que ambos extremos son igual de dogmáticos sólo que cambian los grupos contra los que tienen prejuicios (los de derechas contra los de izquierdas y viceversa).
Un problema que Haidt y otros han denunciado es que hay pocos conservadores en la Universidad americana en general. En la psicología social se calcula por ejemplo que puede haber desde 12 hasta probablemente 40 demócratas por cada conservador. Esto hace que determinados temas no se estudien. Por ejemplo, cuando Daniel Patrick Moynihan en 1965 publicó un artículo sobre los peligros de que los niños negros crecieran en hogares monoparentales se recibió con hostilidad, se dijo que culpaba a la víctima y cosas por el estilo y ese tema de estudio se consideró inadecuado. Lo mismo ocurrió cuando se ha querido investigar si las guarderías tienen problemas para los niños. En 1991 Louise Silvestein zanjó este tema diciendo a sus colegas que rechazaran hacer más investigación acerca de las consecuencias negativas de otras formas de cuidado que no sea el cuidado maternal. Esto de que se decida de antemano cuál es la verdad en un campo antes de investigarlo es un ejemplo claro de falacia moralista.
De igual manera, estudiar el C.I. ha sido arriesgado desde los años 70. Arthur Jensen y Richard Herrnstein tuvieron que cancelar conferencias y a veces contratar guardaespaldas, porque los manifestantes les acusaban de racismo. Hoy está ampliamente admitido que la inteligencia tiene una heredabilidad del 60-70% y por suerte está dejando de ser un tema controvertido.
Uno de los tabúes más rígidos de la izquierda es el del género que tiene que ver con el mito de la Tabla Rasa, del que ya hemos hablado aquí. La biología ha sido desterrada, algunos hablan de biofobia para referirse a este rechazo (no en todo, por ejemplo sí se admite por el 70% de sociólogos que la homosexualidad tiene base biológica). La cuestión es que la evolución no pasa del cuello para arriba, a pesar de que sabemos que el 80% de los genes se expresan en el cerebro. En el fondo, el feminismo de género es un creacionismo laico que coincide con el creacionismo religioso en negar que somos animales y en considerarnos criaturas al margen del resto de la naturaleza. Desde los años 90 el feminismo ha sido tomado por el postmodernismo que es una ideología que no se lleva muy bien precisamente con la ciencia y propone, resumiendo mucho, cosas como que no hay una verdad objetiva y que todas las narraciones son igual de válidas (lo de postverdad que acaba de ponerse de moda este año ya estaba en vigor en este campo hace mucho, como comentaba el lector Emilio Prieto en la entrada anterior). Creo que este anticientifismo ha llevado a esta rama del feminismo y a las ciencias sociales en general al campo de la pseudociencia y como dice Gintis a una incoherencia y caos teórico. Esto mismo es lo que dice el filósofo Peter Boghossian en esta entrevista.
No sólo la evolución se detiene en el cuello sino que temporalmente se detuvo hace 50.000 años. Para los creyentes en la Tabla Rasa la evolución biológica dejó de actuar en la especie humana cuando salimos de Africa, desde entonces todo lo que nos ocurre es cultural. Da igual los estudios como el del antropólogo John Hawks que demuestran que hay un 8-10% de cambio genético en los últimos 10.000 años y de que somos más diferentes de los humanos de hace 5.000 años de lo que estos humanos lo eran de los neandertales. El cambio en la evolución humana se ha acelerado 100 veces en los últimos 5.000 años.
Pero Tierney señala la que probablemente es la principal diferencia entre derecha e izquierda con respecto a la ciencia: que la izquierda tiene una larga tradición de mezclar ciencia y política. Para los conservadores el problema fundamental con la izquierda es lo que Friedrich Hayek llamó la arrogancia fatal: el delirio de que los expertos son lo suficientemente sabios como para rediseñar la sociedad. Los conservadores desconfían de los planificadores centrales y del poder del estado. Pero Engels defendía el “socialismo científico” un rediseño de la sociedad en base al método científico y en esta línea los intelectuales comunistas planearon el “nuevo hombre soviético” (ahí tenemos también el ejemplo de Lysenko y su rechazo a la Genética).
La derecha cita los trabajo científicos que le convienen pero no se plantea rehacer la sociedad (también porque está más satisfecha con cómo es). Según Tierney, la izquierda ve a los científicos como los nuevos sacerdotes que otorgan el prestigio, el dinero y el poder. De hecho, calificar a las personas que no comparten sus ideas sobre el cambio climático de “negacionistas” (término que yo he utilizado más arriba porque se ha generalizado) suena a autoritarismo religioso, a que hay “dogmas”, verdades absolutas que hay que guardar y defender. Y desde luego si hay algo que se ve desgraciadamente con demasiada frecuencia es la tendencia de la izquierda a silenciar, a no dejar hablar, a no respetar la libertad de expresión de los “disidentes”. Como dice Boghossian, no hay dialéctica en los estudios de genero, por ejemplo. No hay un proyecto de búsqueda de la verdad. Ellos ya han encontrado la verdad y sólo piensan en adoctrinarnos.
El filoso Peter Boghossian también está de acuerdo en que el problema no es el creacionismo sino la izquierda radical. Lo expresa aquí: “si tu enseñas la evolución biológica los creacionistas no estarán de acuerdo con tu trabajo e intentarán desprestigiarlo. Pero no te acosarán a ti o a tu familia. No intentarán que te despidan y no te llamarán racista, sexista y homófobo”.
Creo que hay que separar la ciencia de la política y dejar a los científicos que debatan en libertad sin la obligación de llegar a verdades preestablecidas. Si no lo hacemos pierde la sociedad en su conjunto. Tampoco estaría mal tomar echar un vistazo de vez en cuando a los 10 mandamientos de Bertrand Russell
¡¡Feliz Año a todos!!
@pitiklinov
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