miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿A quién beneficia el Auto-Control?

Después de hablar del Yo como un caballo de Troya, Matt Lieberman se mete con el autocontrol. El autocontrol se puede decir que son los frenos del cerebro. Estudios previos parecen situarlo en el córtex prefrontal ventrolateral, especialmente en el del lado derecho. Es la única región del córtex prefrontal que es más grande en el lado derecho que en el izquierdo, pero curiosamente esta asimetría no aparece hasta el final de la adolescencia, cuando aumentan las capacidades de autocontrol significativamente. Pero la cuestión que se plantea Lieberman es: ¿a quién beneficia el autocontrol? ¿Para qué o para quién existe?

Nos propone un pequeño experimento mental. Imaginemos que nos abducen unos marcianos mientras dormimos y nos llevan a su nave. Estos marcianos han desarrollado unas habilidades neuroquirúrgicas enormes y están deseosos de ejercitarlas. Así que  están decidiendo entre dos posibilidades para ti: la primera sería  alterar tu cerebro de manera que pierdas definitivamente tus impulsos, tus deseos y tus reacciones emocionales, y la segunda sería dejar todo eso en su sitio pero manipular tu cerebro de forma que no puedas controlar esos impulsos, deseos y emociones. Los marcianos no saben por qué opción decidirse y te piden opinión a ti. Es la clásica batalla entre emoción y autocontrol, entre el capitán Kirk y el Sr. Spock. Lieberman ( y probablemente la mayoría de nosotros) dice que elegiría mantener sus impulsos y deseos. Sin impulsos ni emociones no tendría motivación para hacer nada. No tendría la urgencia de besar a su mujer y su hijo, el deseo de ir al monte en bici, etc. Sin todas esas cosas la vida no valdría la pena.

Bien. Pero antes de operarte resulta que los marcianos han perfeccionado su técnica y son capaces de operar a todos los habitantes de una ciudad de golpe, mientras duermen, sin que se enteren. Y van a empezar por tu ciudad. Deciden que no te van a operar a ti -a ti te dejarán con tus emociones y tu autocontrol- pero te piden tu opinión esta vez para decidir qué hacerles a los habitantes de tu ciudad (una nota al margen: tu decisión no afectará a tu familia y amigos, porque están todos de vacaciones). ¿Dónde prefieres vivir, en Kirckville o en Spocktown? La decisión de Lieberman (y probablemente la de la mayoría de nosotros) es diferente en este caso a lo que elegiría para sí mismo. A Lieberman no le gustaría vivir en una ciudad de gente impulsiva que no puede controlarse, porque serían una amenaza constante para su seguridad.

Estas dos hipotéticas decisiones sugieren que valoramos que los demás tengan autocontrol mucho más que lo que valoramos tenerlo nosotros mismos. Pero si asumimos que esto es verdad, la inversa también lo es. Es decir, si yo valoro el autocontrol más en los demás que en mí mismo, también es verdad que a la gente de mi alrededor les importa más que yo tenga autocontrol de lo que me importa a mí. Mi autocontrol les beneficia más a ellos que a mí mismo.

El autocontrol es el precio de admisión en sociedad. Si no frenas tus impulsos acabarás en la cárcel o en un psiquiátrico. Si los frenas, te dejarán que sigas tranquilamente haciendo tus cosas. A la gente con autocontrol se les paga más porque el autocontrol permite a esa gente hacer cosas que son de gran valor para el resto de la sociedad. El punto importante aquí es que la sociedad valora el autocontrol más de lo que valora nuestra calidad de vida. John Lennon contó una vez una historia de cuando iba a la escuela primaria que tiene relación con esto.  Le preguntaron qué quería ser cuando fuera mayor, y él escribió: “feliz”. Los profesores le dijeron que no había entendido la pregunta, y él les contestó que ellos no habían entendido la vida. Para los profesores lo que él quería ser de mayor se refería a qué iba a hacer de beneficio para la sociedad. Su felicidad era una repuesta sin sentido para ellos.

Muchas personas dedican años y años de esfuerzo para ser médicos o abogados, o lo que sea, para darse cuenta luego de que no son felices. Pero la sociedad respeta a los médicos (bueno, cada vez menos) porque dan un servicio importante para todos. Muchas veces, cuando pensamos que estamos valorando la inteligencia u otras cualidades, lo que estamos valorando es el autocontrol. Por ejemplo, en la admisión a una Universidad lo que estamos valorando es el autocontrol: ¿cuánto has sido capaz de contenerte y de no distraerte con todo tipo de impulsos y deseos, durante 13 años y has sido capaz de centrarte en estudiar?

El filósofo Jeremy Bentham propuso una manera de construir todo tipo de edificios, lo que el llamó Panopticon que conseguiría que todo el mundo hiciera lo que debía hacer. El plan de Bentham era que toda la gente de un grupo (fueran estudiantes, presos, pacientes de un hospital, etc) fueran capaces de ser observados continuamente (esto era antes de las cámaras de vídeo). La idea era construir todas las habitaciones o celdas en círculo con las puertas abiertas hacia el centro donde estarían los observadores. Pero la agudeza de Bentham estuvo en que lo importante era no que los presos o estudiantes fueran vistos todo el rato, sino que ellos creyeran que podían ser vistos en todo momento. Para ello, los guardas o tutores no podían ser vistos por los presos o estudiantes. El guarda podía estar mirando para otro lado pero eso el preso no lo sabía. Es decir, la forma de conseguir que la gente se comporte y se frene no es que sean vistos por una autoridad. Es suficiente con que la gente sepa que son visibles.

Hay mucha evidencia experimental que da la razón a Bentham. En un estudio los sujetos engañaban más si las luces de la habitación estaban casi apagadas y no podían ser vistos y hay otros estudios muy famosos donde la gente engaña menos, o dona más para una organización, si hay un poster con unos ojos en la habitación. Pero más ilustrativo es un trabajo con estudiantes donde el mero hecho de que exista un espejo en la habitación, de que el sujeto se vea a sí mismo (y , por lo tanto, deduzca que es visible), disminuía la probabilidad de engañar ( 71% sin espejo, frente a 7% con espejo). Todo recordatorio de que somos criaturas que pueden ser vistas, juzgadas y evaluadas activa nuestro autocontrol para que nos conformemos a las normas del grupo. ¿Y sabéis qué región cerebral se activa cuando vemos una imagen de nosotros mismos? Pues el cortex prefrontal ventrolateral derecho, efectivamente.

De entrada solemos pensar que el autocontrol está al servicio de nuestros intereses y que nos sirve para controlar nuestras vidas. Pero Lieberman nos cuenta que el autocontrol beneficia a la sociedad. Estamos construidos de manera que el recuerdo más ligero de que somos objetos sociales nos mantiene controlados. El autocontrol  refuerza la conexión social porque nos ayuda a priorizar el bien del grupo  por encima de nuestros estrechos intereses.  El autocontrol aumenta nuestro valor para el grupo social y al someternos a las normas grupales reforzamos la identidad del grupo también. El autocontrol es una fuente de cohesión social dentro del grupo poniendo al grupo por encima del individuo. Esa es la esencia de la armonización social. No solemos darnos cuenta del grado en que  la sociedad moldea nuestras mentes, la forma en que construimos nuestras creencias y objetivos y de qué es lo que hace que ejerzamos el autocontrol en diferentes situaciones.

Todas estas nociones son contraintuitivas. La idea de que nuestros valores personales nos son implantados por la sociedad y que nuestro autocontrol existe en parte para frenar, más que para apoyar, al yo es anatema para nuestra forma de pensar acerca de “quiénes somos”. Pero la neurociencia está ayudándonos a ver la realidad de estas afirmaciones, que nuestro sentido del yo más profundamente personal, y nuestra fuerza de voluntad frecuentemente sirven para mantenernos en buena relación con el grupo. Armonizar es un trabajo duro pero, aparentemente, la evolución pensó que merecía la pena alinear nuestras actitudes y creencias con las del grupo más que ponerlas en su contra.

@pitiklinov en Twitter

Referencia





3 comentarios:

Miguel Figueroa Ingunza dijo...

Podría citar, por favor, las fuentes de los experimentos relacionados al autocontrol como el espejo, la imagen con ojos, etc. Muchas gracias

Pitiklinov dijo...

Hola, Miguel
Sobre estudios donde poner un poster con ojos influye en tu autocontrol, generosidad, etc:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1686213/
http://www.staff.ncl.ac.uk/daniel.nettle/ernestjonesnettlebateson.pdf
http://www2.ne.su.se/paper/wp11_28.pdf
Incluso aunque los ojos sean de un robot:
http://brtf.sdsc.edu/biblio/EngineeringHumanCooperation.pdf

Lo de los espejos:
http://psycnet.apa.org/index.cfm?fa=buy.optionToBuy&id=1981-01088-001
http://psp.sagepub.com/content/34/7/879.abstract
http://en.wikipedia.org/wiki/Looking_glass_self
Un saludo

Efrain Flores Bonifacio dijo...

Interesante, lo que no entiendo muy bien es por qué pones como polos opuestos los deseos del individuo vs los deseos del grupo humano, si éste refuerza el autocontrol porque los beneficia, ese refuerzo también lo hace sentir bien a él.