jueves, 26 de septiembre de 2013

viernes, 20 de septiembre de 2013

Pitiklinov en la Nueva Ilustración Evolucionista

Es para mí un placer informaros de que he empezado a colaborar en La Nueva Ilustración Evolucionista, la que ha sido probablemente la mejor web sobre evolución en español y que, tras un paréntesis, acaba de ponerse en marcha de nuevo. Para mí es un honor que me hayan invitado a publicar en ella y me siento muy agradecido. Os animo a todos los interesados en la evolución a que os paséis por allí.

jueves, 19 de septiembre de 2013

La Expedición de Burke y Wills


La expedición de Burke y Wills fue un desastre de expedición que intentó cruzar Australia de sur a norte en los años 1860-1861, de Melbourne al golfo de Carpentaria, para explorar las regiones interiores de Australia, que eran desconocidas en aquella época. Os hago primero un breve resumen de la expedición para hablar un poco después de algunas lecciones que podemos sacar con respecto a la cultura y su evolución. En el enlace que os pongo de Wikipedia (mejor todavía en la versión inglesa) tenéis todos los detalles de las idas y venidas de los tres grupos en que se subdividió, que son bastante complicadas. 

La expedición salió de Melbourne en Agosto de 1860 compuesta por 19 hombres, 23 caballos, 26 camellos y 6 carretas. Fue una expedición muy bien planificada y equipada, que llevaba, por ejemplo, comida para dos años, en total unas 20 toneladas de provisiones. Otra cosa es que no tuviera en Robert O´Hara Burke, irlandés ex-oficial del ejército austríaco, al líder adecuado, y que éste realizara una cadena de decisiones erróneas, una tras otra, tal vez por su falta de experiencia en expediciones de este tipo. El caso es que murieron 7  de los hombres, entre ellos el propio Burke. Sólo un hombre cruzó el continente y regresó vivo a Melbourne.

El viaje de sur a norte se realizó con éxito, salvo que no llegan hasta el océano sino hasta una zona pantanosa a escasos kilómetros, ocurriendo las desgracias en el viaje de regreso. El caso es que, nada más salir, ya se quedaron sin 3 de las carretas y la velocidad a la que avanzaban era penosamente lenta. El 24 de Septiembre, en Gambala, Burke decide cargar parte de las provisiones en los camellos para disminuir la carga de los caballos y ordena a los hombres caminar. Un poco más adelante Burke perdió a su segundo, Landells, porque Burke decidió tirar unos 270 litros de ron que Landells había traído en la bizarra creencia de que el ron prevenía el escorbuto en los camellos. Landells renunció y entonces el tercero al mando, Wills, promocionó a segundo de la expedición. El 12 de Octubre llegan a Menindee tras dos meses de viaje, cuando esa distancia la hacía el correo en una semana. Dos de los cinco oficiales de la expedición habían renunciado, y se despidieron a 13 hombres contratando otros 8 de refresco. 

La expedición la había promocionado el estado de Victoria en Australia, del que Melbourne es la capital, pero el gobierno vecino suraustraliano había ofrecido un premio de 2000 libras de la época (unos 300.000 dólares actuales) al primero que cruzara Australia de sur a norte, más al oeste de la línea 143 de longitud. Un explorador llamado John McDouall Srtuart había aceptado el reto y Burke tenía miedo de que se les adelantara. Entonces Burke decide dividir el grupo y coge los caballos y los hombres más fuertes para llegar cuanto antes a Cooper Creeck y esperar allí a que los otros se les unieran. Antes de llegar a Cooper Creeck, Burke manda de vuelta, en solitario, a Menindee a William Wright para que consiga más hombre y suministros y los traiga a Cooper Creek. Cooper Creeck era el límite de la zona explorada por los europeos en Australia. Llegan a Cooper Creeck el 11 de Noviembre, montan un campamento y esperan hasta el 16 de Diciembre cuando salen para el golfo de Carpentaria. Burke decide dividir de nuevo el grupo. Deja en el campamento a William Brahe y otros tres hombres. Burke, Wills, John King y Charles Gray salen para el golfo con seis camellos, un caballo y comida para tres meses. Tienen que atravesar parte de los desiertos de Strzelecki y del desierto pedregoso de Sturt. Burke ordena a Brahe que le  espere 3 meses (aunque Wills más realista le dice en secreto que espere cuatro). Excepto por el calor ( 50 º a la sombra) el viaje es relativamente fácil. Encuentran agua por las recientes lluvias y los aborígenes son amistosos con ellos. Consiguen llegar casi hasta el golfo quedando atrapados en una zona pantanosa por lo que no alcanzan el océano. Hacen un campamento y Burke y Wills dejan los camellos con King y Gray allí e intentan atravesar los pantanos, pero tras 24 kilómetros deciden volver. Para entonces, andan ya muy escasos de suministros. Tienen comida para 27 días pero les llevaría 59 regresar a Cooper Creek.
Robert O´Hara Burke

Y aquí es donde nos empieza a interesar la historia desde el punto de vista evolucionista. En el viaje de regreso abandonan a uno de los camellos, llamado Golah Sing, que no puede continuar y matan y se comen tres camellos y al único caballo, Billy. Comen portulaca y consiguen cazar una pitón y se la comen también. El caso es que Burke y Gray comienzan con disentería y Burke no se cree la enfermedad de Gray, cree que está simulando, y luego le da una paliza cuando le pilla robando comida.  Gray muere de disentería y de la paliza el 17 de Abril de 1861. Pero, al final, consiguen llegar a Cooper Creek. Sin embargo, para cuando ellos llegan Brahe y su grupo ya se ha marchado. En vez de 13 semanas habían esperado 18 y piensan que Burke no va a volver, por lo que se marchan para Menindee. Pero antes de marchar les dejan una inscripción en un árbol y un depósito de comida enterrado al pie del árbol. Se calcula que Brahe se había marchado solamente 9 horas antes de que regresara Burke. Los tres hombres (Burke Wills y King) están exhaustos y se dan cuenta que no pueden ir tras el grupo principal y alcanzarles, y deciden quedarse en Cooper Creek y reponer fuerzas viviendo de los limitados alimentos que les han dejado. Wills y King quieren seguir luego hacia Menindee, pero Burke ordena dirigirse hacia el punto civilizado más cercno, Mount Hopeless, que está a unos 240 km. a través del desierto de Strzelecki. Salen hacia allí el 23 de Abril.

Mientras tanto, Brahe en el viaje de regreso hacia Menindee se encuentra con Wright ( el tercero de a bordo, que debería haber llegado con refuerzos y que nadie sabe por qué tardó tanto en salir de Menindee. De hecho, se le culpa a él de la muerte de los expedicionarios. Deciden regresar a Cooper Creek a ver si Burke ha vuelto, pero Burke ya se había ido. Y aquí ocurre otro más de los errores y desencuentros de esta expedición. Burke no había hecho ninguna marca nueva en el árbol para señala que habían vuelto, así que a  Brahe y Wright ni se les ocurre excavar a ver si el depósito de alimentos estaba intacto; asumen directamente que Burke no ha vuelto. Y se marchan para Menindee.

Y en este punto Burke, Wills y King tienen que vivir de lo que da la tierra, es decir, convertirse en cazadores-recolectores en el desierto australiano. Uno de los camellos se queda atollado y al otro lo tienen que matar cuando ya no puede más. Al quedarse sin animales de carga no pueden transportar el agua y tiene que quedarse cerca del riachuelo (creek es arroyo o río, en inglés) que pasa por Cooper Creek. Se encuentran exhaustos y malnutridos, con la ropa destrozada. Los aborígenes que viven en esa zona, los Yandruwandha, les ayudan y les dan pescado, y unas semillas de una planta, Nardoo, que comen ellos y con la que hacen pan, a cambio de azúcar. Intentar pescar como hacen los aborígenes pero no saben confeccionar redes, no consiguen diseñar trampas para cazar pájaros o ratas y se quedaban asombrados cuando veían los peces y panes que veían en los poblados de los Yandruwandha. A pesar de viajar a lo largo del río, y de estas ayudas de los aborígenes, no consiguen ser autosuficientes y ser capaces de alimentarse. Al de dos meses dependen totalmente del nardoo (que comían los aborígenes) y de los regalos ocasionales de los locales. A pesar de consumir lo que parecen suficientes calorías, cada vez están más débiles y cansados y sufren dolorosos movimientos intestinales. Burke y Wills mueren pronto. Cansado y delirante, King vaga por el desierto y es rescatado por los Yandruwandha. Se recuperó y vivió con ellos varios meses hasta que una de las expediciones de rescate (se montaron varias), le localiza con los Yandruwandha.

La causa de la muerte se cree que fue precisamente una intoxicación por el nardoo. El nardoo contiene tiaminasa lo que vacía el cuerpo de tiamina (vitamina B1). Esto ocurrió porque Burke y los suyos no preparaban las semillas de nardoo de la manera adecuada para que no resultaran tóxicas, empezando porque no elaboraban la pasta necesaria antes de comerlas. Debido a ello, cada vez se encontraban más débiles. Se cree, por tanto, que la causa de la muerte fue el Beriberi, la deficiencia de vitamina B1.

Conviene señalar que los desiertos de Australia, como el de Gibson o el de Simpson, son más pobres que el desierto del Kalahari en Africa. Hay evidencia de asentamientos humanos en Australia desde hace unos 50.000 años y puede que desde antes. Hay grupos indígenas que se han adaptado a la costa (comían marisco, tortugas, o incluso ballenas), otras a ambientes intermedios (bosques, llanuras con hierba...), pero hay aborígenes que viven en los desiertos del interior. El clima al que se han tenido que adaptar estas tribus ha sido, como vemos por la experiencia de la expedición de Burke, extremadamente duro. La lluvia es muy errática con temporadas o sitios donde llueve a veces bastante, y otros donde no llueve. Por esto, los europeos no contactaron con algunas de estas tribus aborígenes hasta principios del siglo XX, en que se descubrieron depósitos de mineral, lo que lógicamente animó a los europeos a entrar hacia el interior. Se ha calculado que se requieren 20-35 millas cuadradas, de media, para soportar a un solo individuo en este duro e incierto desierto. Generalmente los aborígenes se dispersan al final del verano para aprovechar el florecimiento producido por las lluvias monzónicas previas porque el invierno es muy seco, y se juntan al final del invierno en las zonas de agua permanente que existen. Tras la lluvia, la dieta incluye semillas, frutas, nueces, tubérculos, raíces, insectos y pequeños animales. Pero la mayoría de los pozos se van secando y la mayor parte del año apenas hay agua en la superficie.

La expedición de Burke y Wills no era una excursión de unos niños de escuela para pasar un día de vacaciones en el bosque. Era una expedición muy bien planificada y con muchos recursos, y no fue capaz de sobrevivir en el desierto australiano. Los humanos se basan en el aprendizaje social y en la cultura para su supervivencia. La cultura incluye un conjunto de conductas, tecnologías y conocimientos que se han ido acumulando y puliendo durante generaciones, y que no se improvisan. Cada cultura se adapta además a la ecología que la rodea: las técnicas de procesamiento de semillas, las plantas medicinales, las herramientas o armas necesarias...todo ellos se adapta a las condiciones ambientales. 
The Dig Tree

Y formando parte de este kit de supervivencia cultural tenemos incluso a la religión. La religión de los aborígenes australianos acumula, preserva y transmite un cuerpo de conocimiento sobre dónde y cómo encontrar recursos. El mundo aborigen está lleno de totems derivados de objetos naturales: pozos, barrancos, dunas, acantilados, colinas, etc. Estos lugares geográficos definen su país, pero no tienen unas fronteras que defiendan a ultranza; esto no tendría sentido porque podría no llover en nuestras tierras durante mucho tiempo y sí hacerlo en las de los vecinos. Por eso hay derecho de paso de unos pueblos y otros, aunque los lugares sagrados son guardados fanáticamente y no se permite a cualquiera visitarlos. Existe también toda una mitología que trata del origen de los animales pero también de todos los lugares geográficos que interesan: el origen de los depósitos de sal, de los depósitos de ocre rojo, de los arroyos, etc.

Los mitos son básicamente de dos tipos: mitos de lugar y mitos de viajes (navegación). Los mitos de lugar se centran en un lugar totémico o en algún accidente natural. Por ejemplo puede ser el depósito de ocre rojo que se utiliza por algunos aborígenes en las ceremonias de circuncisión. Complementando estos mitos de lugar existen también mitos de viajes en lo que unos héroes mitológicos realizan determinados itinerarios. Los héroes son imaginados pero los lugares son lugares reales. Es decir, la religión es un mapa de carreteras para estas tribus, de manera que conocen los sitios importantes para su supervivencia antes incluso de haberlos visto en la realidad. Los mitos son un catálogo de recursos: lo que hay, dónde se localiza y cómo se puede llegar hasta ellos.
Nardoo

El antropólogo T.G.H. Strehlow nos cuenta su experiencia en un pequeño relato que ilustra a la perfección el kit de supervivencia que supone la cultura y la religión de los aborígenes, y los asombrosos resultados que se consiguen gracias a ellos, algo que no un individuo (como demuestra la expedición de Burke) no descubriría a lo largo de su vida:

“En 1932 mi guía aborigen..mientras me llevaba por el área del sur de Pintubi, donde la mayoría de las aguas son agujeros profundos o hendiduras en bloques hundidos dispersos entre matorrales, localizaba estos sitios con asombrosa precisión. A menudo viajábamos “a ciegas” a través de los matorrales durante horas para detenernos de repente delante de un pozo, o una lámina de rocas, que era totalmente invisible incluso desde una distancia de cincuenta yardas.”

@pitiklinov en Twitter

Referencias:







jueves, 12 de septiembre de 2013

Primates y Filósofos: La Evolución de la Moral del Simio al Hombre


Colaboración de Juan Medrano

Este pequeño libro recoge la disertación del afamado primatólogo de origen holandés  Frans de Waal en las Tanner Lectures celebradas en la universidad de Princeton en 2004.

Las Tanner Lectures on Human Values son unas sesiones sobre humanidades, creadas en Julio de 1978 por Clark Tanner, que al constituirlas definió su objetivo como una búsqueda de una mejor comprensión de la conducta y los valores humanos. 

La estructura del libro es una exposición inicial por parte de De Waal en la que plantea su visión sobre las raíces de la moralidad humana. Le responden cuatro  filósofos (Philip Kitcher, Christine M. Korsgaard, Peter Singer y Richard Wranghan) y un periodista, Robert A. Wright, que ha sondeado la moralidad humana en su libro “The Moral Animal”. Finalmente, De Waal formula una síntesis que viene a ser al mismo tiempo una matización de su exposición inicial y una contrarréplica a sus compañeros.

Todos los participantes asumen la teoría de la Evolución desde el punto de vista de la Biología, y comparten la visión de que la Bondad moral es algo real sobre lo que pueden formularse afirmaciones ciertas, y que entraña una consideración adecuada de los demás. En contraposición, la maldad sería una forma de egoísmo que lleva a tratar a los demás sin tener en cuenta sus intereses y como meros medios o instrumentos.

La pregunta a responder, desde esta doble perspectiva y sin invocar para justificarlo a visiones teológicas o religiosas, es si el propio interés del individuo es claramente un potente elemento de la selección natural, ¿cómo es que los humanos estamos tan apegados al valor de la bondad y nos compartamos en ocasiones de manera desinteresada e incluso sacrificada? 

De Waal parte de la crítica de lo que llama una Teoría del Barniz Moral (Moral Veneer), según la cual la moralidad sería en nuestra especie una capa tan vistosa como tenue que recubre un núcleo inmoral o amoral. Atribuye esta teoría nada menos que Huxley. Según ella, los seres humanos son malvados, bestiales, egoístas, y tienden a actuar mal y tratar impropiamente a los otros, pero existe sobre esa naturaleza el citado barniz moral, de origen indeterminado. De Waal rechaza la idea. Para él, el ser humano es bueno, y esa bondad - no podría ser de otra manera – tiene un contexto biológico y evolutivo y puede rastrearse en nuestros parientes más cercanos y en otros mamíferos sociales.

Los grandes simios compartimos respuestas involuntarias (no escogidas y pre-racionales), fisiológicamente apreciables (observables) ante las circunstancias de otros. Una parte fundamental de esta respuesta es la empatía, que para De Waal es un contagio emocional que permite identificar las necesidades de otros. La empatía puede apreciarse en diversas especies animales, mientras que solo en los grandes simios puede observarse la simpatía, un concepto relacionado que según Eisenberg es la respuesta afectiva consistente en sentimientos de pena o preocupación por otro individuo necesitado o en apuros y que va más allá que sentir la misma emoción que el otro individuo. La empatía en una identificación, un sentir lo que el otro siente, pero la simpatía es una elaboración ulterior, un sentirse por cómo el otro siente.

Las respuestas emocionales, entre las la empatía, son la base de la moralidad. A partir de ella existen otras, como el altruismo recíproco (ubicuo en la Biología como mecanismo evolutivo) o un cierto sentido de justicia que De Waal ha intuido experimentalmente en comportamientos de simios. La moralidad de los seres humanos, por lo tanto, está en continuidad con la conducta de otros animales, es constitutiva y biológica y no se limita a un mero barniz.

En la síntesis final en respuesta a sus compañeros, De Waal introduce el concepto del círculo de la moralidad. Afirma que la moralidad surgió evolutivamente para tratar primero con la propia comunidad, después con otros grupos, más tarde, con los humanos en general y finalmente, ha englobado a los animales no humanos. Al decir de De Waal, el círculo de la moralidad se extiende más y más solo si está garantizada la salud y la supervivencia de los niveles y círculos más internos. Cuando los recursos se reducen el círculo se encoge y las conductas morales se pliegan hacia lo más íntimo, algo que está en consonancia con la afirmación de Singer de que un aumento de la riqueza entraña un aumento de las obligaciones para con los necesitados. O, alternativamente, podría ponerse en relación con el hecho de que la crisis actual ha motivado que la población reduzca sus ayudas y su apoyo a organizaciones que gestionan la ayuda a personas necesitadas. En época de necesidad prevalecen en todo caso las obligaciones para con los más cercanos, las obligaciones más básicas, las presididas por la lealtad, que para De Waal es un deber moral básico.

Asimismo, establece una evolución de la moralidad en tres niveles. El primero es el del sentimiento moral, constituido por la empatía y la reciprocidad, pero también por la retribución, la resolución de conflictos y un cierto sentido de la justicia. Para De Waal, este nivel está presente en humanos y primates.

El segundo nivel es el de la presión social, orientada a que todos los miembros de la comunidad se comporten de forma que se favorezca una forma de vida en cooperación. Las herramientas constitutivas son la recompensa, el castigo y la reputación (todas ellas, elementos de control y presión social). De Waal encuentra este nivel en otros primates, pero el bien de la sociedad en su conjunto es una dimensión netamente humana.

El tercer y último nivel es el del Juicio y el Racionamiento, que entraña la internalización de los objetivos y necesidades de los demás, de forma que esta internalización pueda dirigir nuestra propia conducta y se razone lógicamente. Esta dimensión de la moralidad sería netamente humana.

Con posterioridad, De Waal ha profundizado su estudio de la biología y la evolución de la moral en otros libros -The Bonobo and the Atheist o The Age of Empathy: Nature's Lessons for a Kinder Society-. Tienes un comentario del Bonobo y el Ateo aquí


viernes, 6 de septiembre de 2013

Sexo al Amanecer versus Sexo al Anochecer



Debemos abandonar la noción de que la mujer es simplemente un hombre reprimido esperando a ser liberado
-Donald Symons, The evolution of Human Sexuality

Me compré los libros Sex at Dawn (Sexo al Amanecer) y Sex at Dusk (Sexo al Anochecer) sin saber mucho acerca de ellos pensando simplemente que eran libros sobre sexo y evolución, un tema sobre el que leo regularmente. Sex at Dawn es un impresentable folletín sin pies ni cabeza escrito por  Christopher Ryan, psicólogo, y Cacilda Jethá, psiquiatra, aunque deduzco que la autoría real del libro es de Christopher, y Cacilda aparece para suavizar y modernizar el toque machista del libro. Sex at Dusk es una réplica a Sex at Dawn escrita -para desmantelar todos los peregrinos argumentos de Ryan y Jethá- por una misteriosa Lynn Saxon, de la que no he encontrado prácticamente nada en Google. No tiene perfil en Wikipedia, no ha escrito otros libros y no aparecen otros artículos y trabajos de ella. Digo que es una autora misteriosa porque el libro es buenísimo pero está publicado por una plataforma independiente, y el nivel de documentación en primatología y antropología es excelente por lo que tiene que ser una persona bien formada en biología evolucionista. He encontrado cosas que no había visto en otros libros y , como os decía, os puedo asegurar que he leído bastante sobre sexo y evolución.

Sex at Dawn parte de una agenda ideológica y distorsiona, como demuestra Saxon, toda la evidencia que toca. El objetivo del libro es combatir la monogamia occidental impuesta por la agricultura y volver a la sexualidad primitiva y original del ser humano cazador-recolector que, según ellos, es el sexo indiscriminado de todos con todos, todas las mujeres con todos los hombres. Dice burradas evolucionistas como que los celos no existen, son inculcados, y que la preocupación por la paternidad no tiene sentido y es otro invento. Nuestra sexualidad original es como la de los bonobos, y las mujeres son hipersexuales y están deseando acostarse continuamente con todo hombre que se les acerque. Los cazadores recolectores vivían en sociedades igualitarias donde se compartía todo, incluido el sexo. Por supuesto, ha sido un best-seller en ventas en USA. Yo no he podido pasar del segundo capítulo.

Christopher Ryan y Cacilda Jethá
Sex at Dawn pretende combatir la “Narrativa estándar” sobre sexo y evolución, no da nombres pero se refiere a autores como David Buss, que según Ryan y Jethá defienden que el ser humano es monógamo. No merece la pena rebatir todas las tonterías que dice, empezando porque la narrativa estándar en ningún momento plantea que el ser humano sea monógamo. Solo hay que leer a Helen Fisher y otros autores para darse cuenta que todos reconocen una monogamia imperfecta, seriada, con mucha relación extramatrimonial en sociedades de cazadores-recolectores. Y también reconocen que el sistema económico que trajo la agricultura presionó hacia la monogamia (ver Anatomía del Amor de Helen Fisher, por ejemplo).

Pero lo que no se puede decir es que la paternidad sólo empezó a importar con la agricultura o que los celos son culturales. Porque la paternidad importa desde los animales inferiores, y los celos existen también en animales inferiores. Cuando cantidad de animales machos muestran la conducta llamada mate guarding, de proteger a su hembra del acceso a otros machos, o cuando un león o lemur mata a la camada del macho alfa anterior es porque quiere él ser el padre de los hijos de esas hembras y no que lo sean otros. Si resulta que el ser humano es ajeno a todo eso tendríamos que explicar desde cuándo y cómo se produjo esa transformación.
mate guarding

Cuando estamos ante cualquier fenómeno o conducta humana que queramos estudiar lo primero que tenemos que plantearnos es: ¿existe ese fenómeno en los animales? Es lo que Robert Sapolsky, con su humor característico, llama el Precedente Filogenético. Porque si otras especies -sobre todo especies relacionadas- lo hacen, eso debilita mucho el argumento de que ese fenómeno pueda ser cultural. Cuenta Sapolsky en su libro “Por qué las cebras no tienen úlceras” que una vez leyó un texto donde la autora decía que en realidad no nos gusta que nos hagan cosquillas, que las cosquillas tratan del control por parte del que hace cosquillas, que la risa no es agradable sino que es refleja, que pedir que te hagan cosquillas es un gesto de subordinación y de gusto por las cadenas, y a continuación aparecían términos como falocéntrico y demás. Entonces Sapolsky se pregunta si los animales tienen cosquillas y nos informa que sí, que los chimpancés adoran que les hagan cosquillas. Una de las primeras palabras que utilizan los chimpancés que aprenden el lenguaje americano de signos es precisamente “cosquillas” y una de las primeras frases que forman es “hazme cosquillas”. Sapolsky trabajó con uno de ellos y cuando le hacía cosquillas el animal se retorcía, gritaba y se ponía como loco. Paraba, el chimpancé se sentaba, recuperaba el aliento y al de poco le volvía a decir: “hazme cosquillas”.
mate guarding

No se puede escribir  un libro sobre sexo y evolución sin conocer la Teoría de la inversión parental de Trivers. Ryan y Jethá dicen que la preocupación por la paternidad no existe en bonobos pero es que los bonobos macho no realizan inversión paternal. Importa la paternidad cuando vas a dedicar esfuerzo y tiempo a unos hijos que podrían no ser tuyos. Cuando la única aportación paterna es el semen no hay inversión paterna de la que preocuparse. 

También es vergonzosa la utilización de información sobre el sexo en otras culturas. Ryan y Jethá suelen contar el dato que les interesa de una cultura y se olvidan de lo demás. Una de las cosas que hace Saxon es ir a las mismas fuentes que citan Ryan y Jethá y leer todo el texto, y el panorama que resulta es muy distinto al que nos quieren hacer creer Ryan y Jethá. Por poner un ejemplo, Ryan y Jethá cuentan que según Willian Davenport, que vivió con unos  melanesios en los años 60, estos isleños evitaban el aburrimiento sexual permitiendo a los hombres que tuvieran amantes jóvenes y que a las esposas esto no les importaba y que lo veían como un signo de estatus. Resulta que te lees el resto del libro de Davenport y lo que cuenta es que a los hombre más mayores y ricos les estaba abierta la posibilidad de comprar una concubina, importada de otras islas. Estas concubinas eran my caras, 10 veces más que una esposa y a veces, dado el coste, la compraban entre varios hombres, aunque uno de ellos retenía la autoridad y decidía cómo se utilizaba la chica. El estatus de la concubina era el de una esclava doméstica, no tenía autoridad sobre los hijos que diera a luz y podía ser vendida y asesinada. También era una prostituta que podía ser alquilada por noches al resto de los hombres. En fin, nada que ver con el idílico mundo de amor libre que nos quieren pintar Ryan y Jethá.

Ryan y Jethá  no hablan prácticamente de hijos en el libro, su postura que es que el sexo es un placer, algo muy natural y sano y cosas de ese estilo. Se olvidan de que el sexo da lugar a los hijos y que esa es la causa por la que en todas las culturas se ha tomado el sexo como un asunto muy serio, y existen normas sobre cuándo cómo y con quién se hace el sexo. Tampoco los costes de las relaciones sexuales  son iguales para el hombre que  para la mujer. Como dice Saxon el ADN va en un sentido solo -del hombre a la mujer- que es la que tiene luego que enfrentar un embarazo, una crianza, etc. Y eso no se puede compartir. Todos los despropósitos los desmonta y explica muy bien Saxon en Sex at Dusk, pero imaginemos por un momento la situación de amor libre ideal de Ryan y Jethá. Todos los hombres tienen acceso a todas las mujeres y viceversa. ¿Suponen Ryan y Jethá que todas las mujeres son igual de atractivas para los hombres, o todos los hombres igual de atractivos para las mujeres? Entre una menopáusica y una chica joven está claro que el hombre va a preferir a la chica joven. Lo que este sistema busca es que los hombres tengan acceso a las mujeres más atractivas y que no puedan ser rechazados. En el fondo todo este planteamiento de Ryan y Jethá no es más que una fantasía sexual masculina.

¿Funcionaría una sociedad igualitaria en lo sexual? Difícilmente, por lo que acabo de comentar y por otra razón que explica Saxon. Aún partiendo de una situación imaginaria donde se comparte el cuidado paterno y la inversión paternal y los hijos se crían comunalmente, bastaría con que los genes de un hombre sesgaran sus recursos hacia la descendencia de la madre que sesgara sus relaciones sexuales hacia ese hombre para que esos genes se extendieran y desplazaran a sus alternativas. Todo el sistema se vendría abajo.

Habría muchísimos aspectos que comentar pero voy a añadir solo uno más, que no lo comenta Saxon. Si nuestra naturaleza fuera la que dicen Ryan y Jethá, entonces no pinta nada que tengamos una emoción como el enamoramiento. Una de las características del enamoramiento es que nos dirige hacia una persona en concreto, que toma un sentido especial, como decía Romeo: “Julieta es el sol”. La mayoría de las personas no pueden sentir la pasión del enamoramiento por más de una persona al mismo tiempo. En un estudio que hizo Helen Fisher del que informa en su libro Why We Love, el 79% de los hombres y el 87% de las mujeres dijeron que no irían a una cita romántica si su amado/a no estuviera disponible. Una cosa es lo que decimos y otra lo que hacemos, pero si de verdad estás enamorado de una persona tu mente se centra en esa persona día y noche, de lo contrario es que no está enamorado. No estoy diciendo que no podamos querer a dos personas al mismo tiempo, que lo natural es la monogamia ni nada por el estilo. Además el enamoramiento según los autores dura entre 12 y 18 meses y luego pasa lo que pasa. Lo único que estoy diciendo es que en una sociedad como la que imaginan Ryan y Jethá no tiene ningún sentido que aparezca una emoción que dirige a dos personas la una hacia la otra para formar un vínculo especial. Por que el argumento de Ryan y Jethá es precisamente que no existen vínculos especiales y que todos somos iguales.

Resumiendo, recomiendo sexo al anochecer y que os olvidéis del sexo al amanecer. Sex at Dusk es un pedazo de libro, un libro muy sólido. Si buscas un buen libro sobre biología evolucionista y sexo en el que puedas aprender cantidad de cosas, Sex at Dusk es tu libro.

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Referencia


lunes, 2 de septiembre de 2013

Evolución de la esclerótica


Ya hemos comentado en una entrada anterior que la esclerótica humana es la única que es blanca entre la mayoría de los primates, como estudiaron Kobayashi y Kohshima en este trabajo. En humanos no sólo la esclerótica es blanca sino que es mayor la zona de esclerótica expuesta en proporción al tamaño del ojo, y se extiende más en sentido horizontal. La esclerótica humana puede señalar emociones, salud, edad, enfermedad, y dirección de la mirada, posibilidades todas ellas que no están disponibles para nuestros primos  primates. 

Los ojos rojos, en diversos experimentos en los que se manipulaba digitalmente la esclerótica, han sido considerados más tristes, menos saludables y menos atractivos que una blanca e inmaculada esclerótica. Una esclerótica enrojecida es un síntoma de muchas enfermedades del ojo, o globales, como conjuntivitis agudas y crónicas (bacterianas y virales), irritaciones químicas y físicas de los ojos, trauma ocular, glaucoma, alergia, hipertensión, diabetes, anemia de células falciformes, enfermedad autoinmune, artritis reumatoide, deprivación de sueño, llanto y consumo de drogas. Por todo ello, una esclerótica blanca señala buena salud y que el poseedor de la misma es una pareja sexual ideal con la que intercambiar genes. Los ojos blancos se unirían a otros rasgos físicos atractivos que señalan buena salud como simetría corporal, una piel limpia de marcas o manchas, un pelo sano y sedoso, etc. 

La utilización de las gafas oscuras se ha considerado algo maleducado porque crea una barrera social, pero se utilizaron precisamente para ocultar las señales de la esclerótica. Las pusieron de moda en ambientes oscuros los músicos de jazz precisamente porque querían ocultar sus pupilas puntiformes por el uso de heroína, o los ojos rojos por el uso de marihuana. Los ojos rojos, y en general cualquier ojo atípico, genera malestar en las personas que los ven. También algunas personas ciegas utilizan gafas oscuras para evitar una respuesta negativa de su audiencia. En la imagen tenemos unos ojos tratados digitalmente y podemos apreciar el impacto que genera una esclerótica extraña, la sensación es de sorpresa e incomodidad.

La evolución del blanco de nuestros ojos también permite señalar la dirección de la mirada y aumentar la visibilidad de nuestros movimientos orbitales. Como comentamos en la entrada sobre la mirada, gracias a nuestros ojos no necesitamos un giro de cabeza para comunicar la posición de un objeto, suceso o persona interesante. Una mirada es suficiente. Por otro lado, el objeto de la mirada de otros podemos ser nosotros, siendo nosotros mismos el objeto de interés, afecto ,desconfianza, o el objetivo de una agresión. Evidentemente detectar eso tiene ventajas claras. Pero esto que es una ventaja para la víctima no lo es para el posible agresor. Según Kobayashi y Kohshima la esclerótica oscura de los primates es una adaptación para enmascarar y ocultar la dirección de la mirada a otros individuos o a depredadores. Parece que en humanos la evolución ha tomado otro camino, un camino que hace más difícil engañar u ocultar nuestras emociones e intenciones a nuestros congéneres. 

Además, sabemos que tenemos neuronas especializadas en detectar los ojos y las caras, estímulos muy importantes para nosotros. Podríamos pensar entonces que estos procesos visuales nos proveen una sensación automática, inconsciente, de ser observados  y que esto favorecería el altruísmo. Hay estudios en los que se observa que simplemente poner un póster de una cara mirando hace que la gente sea más generosa y engañe menos, incluso aunque el que nos mire sea Kismet, un robot.

En definitiva, que las claves visuales comentadas (color de la esclerótica, dilatación pupilar, dirección de la mirada, etc.) indican que un órgano sensorial, como el ojo ha adquirido un papel secundario  como órgano de comunicación. La riqueza de las pistas asociadas a los ojos explican por qué los ojos son el foco de nuestra atención visual.

@pitiklinov en Twitter

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